Querido hermano sacerdote:
Hoy, a la salida de Misa, me han preguntado varias veces por la declaración de los 300 sacerdotes a favor del referéndum en Cataluña. Pensando en ellos y en nuestro pueblo, te quería hacer algunas reflexiones:
La unidad de España es una realidad política. Para muchos es, además, una alegría porque aman su patria. La unidad de España fue definida, en tiempos del cardenal Rouco, como un bien moral por la Conferencia Episcopal Española, aunque eso, claro está, no es magisterio infalible de la Iglesia.
La constitución española, que regula la convocatoria de un referéndum, fue aprobada el 21 de julio de 1978 en el parlamento y ratificada en referéndum por el 87,78% de los votantes sobre una base de 58,97% de la población total.
A lo mejor tú, que apoyas el referéndum en Cataluña, piensas que no hay que obedecer la Constitución. No todas las leyes obligan igual, las leyes injustas no obligan en conciencia. Es el caso de leyes como la del aborto, las de la ideología de genero, etc.
Lo que yo me pregunto, hermano sacerdote, lo que quisiera hacerte pensar, es cuál debe ser nuestro lugar como pastores en todo esto. El sacerdote, como dice la carta a los hebreos, es “constituido en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados”. Es decir, somos de Dios, somos para Él en favor de todos los hombres, puesto que Él “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”.
A lo mejor tú crees que Cataluña debe elegir separarse del resto de España porque no es España y que debiera hacerlo aunque no quieran el resto de los españoles. A lo mejor lo crees pero, cuando lo dices, cuando, como sacerdote, te posicionas de esta manera, estás rechazando a la mitad de los catalanes. ¿Cómo se van a confesar contigo cuando termine todo la mitad que no piensa como tú? Cuando celebras misa en catalán aún sabiendo que hay gente que no lo entiende y que todos entienden el español estás rechazando a los no catalanohablantes. ¿ Como vendrán a ti cuando necesiten ayuda si ya les has demostrado que te importa más el idioma de las personas?
Perdóname, hermano sacerdote, pero a mí me suena a idolatría. A colocar las ideologías, los sentimientos nacionales, por encima del amor de Dios y del bien de las almas. A lo mejor me equivoco, perdóname si es así. Solo busco el bien de las personas que me han sido confiados, la gloria de Dios y el bien de la Iglesia que es mi Madre.
Ruego compartan esta carta, sobre todo a los sacerdotes y amigos religiosos que tenéis.
Pedro Angel Garcia. (Fraile Franciscano – Madrid)