El pasado domingo, los padres y madres de los niños que hacen este año la Primera Comunión hemos tenido una reunión en la que el párroco nos ha invitado a ser responsables en nuestra tarea de padres y educadores en la fe, y nos ha dado una catequesis en torno a la Eucaristía.
En esta reunión han quedado marcadas las fechas definitivas para recibir la Primera Eucaristia así como indicaciones para esos días: preparación intensiva, primera confesión, celebraciones comunitarias.También se han abordado otros temas transversales que también han de tenerse en cuenta: ornato del templo, fotógrafos, turnos. fiesta del catecismo…
Aquellos casos particulares -los menos- en que la fecha marcada para las celebraciones no se ajuste a sus deseos por razones de causa mayor, han de plantear su caso en el despacho parroquial y entre todos tratar de buscar la mejor solución. Se trata de la primera de una serie de encuentros para estrechar la colaboración entre la familia y la parroquia.
En una reunión con los padres hay un elemento de “agenda”: Señalar fechas y horas, obviamente de mutuo acuerdo. Creo que se debe señalar una o varias fechas “oficiales”, por decirlo así, y estar dispuestos a una total flexibilidad, ya que cada familia tiene sus propias circunstancias. Si se calcula que el número de comulgantes es alto, convendría ofrecer un abanico amplio de días.
Ya en el plano celebrativo, habrá que indicar cuándo los niños harán su primera confesión. Un aspecto nada secundario. El canon 914 del “Código de Derecho Canónico” prescribe una “previa confesión sacramental”: “Los padres en primer lugar, y quienes hacen sus veces, así como también el párroco, tienen obligación de procurar que los niños que han llegado al uso de razón se preparen convenientemente y se nutran cuanto antes, previa confesión sacramental, con este alimento divino; corresponde también al párroco vigilar para que no reciban la santísima Eucaristía los niños que aún no hayan llegado al uso de razón, o a los que no juzgue suficientemente dispuestos”.
Es muy importante la gradación de responsabilidades que señala el “Código”: Los padres “en primer lugar”, así como “también el párroco”. Los primeros responsables de la educación cristiana de los niños no son los párrocos, son sus padres. La Parroquia cumple un papel importante, pero subsidiario.
¿Dónde debe estar centrada nuestra atención? En el acontecimiento que esos niños van a vivir: recibir, por vez primera, a Cristo en la Comunión. Todo lo demás es secundario, muy secundario.