Queridos feligreses:
Esta noche santa celebramos que hace más de dos mi años, en la aldea de Belén, nació el Salvador. Con ese Niño nacía una esperanza para todo el mundo.
Contemplando el Misterio comprendemos que importantes somos para Él. “¡Tanto amó Dios al mundo que envió a su único Hijo para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna!”( Jn3,16)
Ese es el motivo de nuestra alegría y esperanza. Ese Niño ha inaugurado para nosotros un reino de justicia, de vida y verdad. Durante todo el año litúrgico lo veremos primero bajo la tutela de sus padres y asistiremos al comienzo de su vida pública; desgranaremos su mensaje, contemplaremos sus signos y prodigios; celebraremos su muerte y proclamaremos su Resurrección.
En Navidad celebramos el nacimiento y la infancia de aquel Niño, pero no lo hacemos como un hecho del pasado, sino como un acontecimiento actual, que sigue siendo un motor de vida nueva para todos y cada uno de nosotros: cuando escuchamos su Palabra, cuando celebramos la eucaristía, cuando nuestra existencia está movida por el AMOR, en su sentido más pleno.
Por eso quiero invitaros a que os acerquéis más a Jesús, a su Palabra y a su Iglesia. La mejor respuesta a esta invitación será la misma que dieron los pastores tras el anuncio del ángel:¡Vamos a Belén! ( Lc 2,15).
Este año la alegría en nuestra parroquia se ha visto empañada por la partida al cielo del que durante más de sesenta años estuvo al frente de la misma, D. Manuel. Confiamos en que ya esté gozando de aquello que creyó y esperó. A él nos encomendamos para que desde el cielo siga velando por su rebaño, como hizo en la Tierra.
A todos los feligreses y a los que compartís con nosotros la vida parroquial, os deseo una Santa y Feliz Navidad, deseo que hago extensivo a vuestras familias y amigos. Que las bendiciones del Niño Dios lleguen a todos vuestros hogares y os llenen de amor, paz y fe.
Con todo cariño, os bendice vuestro párroco
José Carlos Alonso.