Parece extraño que durante el tiempo más sagrado del año se cubra lo que es bello en las iglesias, incluso el crucifijo. ¿No deberíamos estar mirando la dolorosa escena del Calvario mientras escuchamos la narración de la Pasión el Domingo de Ramos?
Aunque pueda parecer contrario a la intuición el hecho de velar estatuas e imágenes durante las últimas semanas de Cuaresma, la Iglesia recomienda esta práctica para reforzar nuestros sentidos y suscitar en nosotros un anhelo del Domingo de Pascua.
Es una tradición que además de en las parroquias, puede ser también una fructífera en la “iglesia doméstica” (es decir, en casa).
En la carta circular Paschalis sollemnitatis del 1988, se lee que “la práctica de cubrir las cruces y las imágenes en la iglesia desde el quinto domingo de Cuaresma puede ser útilmente conservada según el juicio de la conferencia episcopal. Las cruces permanecen cubiertas hasta el final de la celebración de la Pasión del Señor el Viernes Santo; las imágenes hasta el inicio de la Vigilia Pascual”.
Esta es la práctica actual de la Iglesia, pero cubrir estatuas e imágenes desde el quinto domingo de Cuaresma es muy poco respecto a lo que se hacía antiguamente. En Alemania, por ejemplo, era tradición cubrir el altar a la vista durante toda la Cuaresma.
Las familias también están invitadas a imitar esta práctica y a cubrir las principales imágenes religiosas de sus casas. Esto ayuda a participar en el tiempo litúrgico, especialmente si no es posible ir a misa entre semana. Si no, sólo vemos las imágenes cubiertas en la iglesia una o dos veces antes de la Pascua y esto tiene mayor efecto en nosotros.
También es una bonita tradición a transmitir a nuestros hijos, que estarán intrigados por ella y hará este tiempo del año verdaderamente especial para ellos. Si nos esmeramos en decorar nuestros hogares para la Pascua, ¿por qué no preparar esta gran fiesta usando velos?
¿Pero por qué empeñarse tanto en cubrir imágenes que están diseñadas para elevar nuestros corazones y nuestras mentes al cielo?
Primero de todo, usamos velos para alertarnos del tiempo especial en que nos encontramos. Cuando vamos a la iglesia y notamos que todo está cubierto, inmediatamente sabemos que hay algo diferente.
Estas dos últimas semanas de Cuaresma son significativas como un tiempo de inmediata preparación para el Triduo Pascual y esos velos son un potente recordatorio para estar preparados.
En segundo lugar, los velos enfocan nuestra atención en las palabras que se dicen en misa. Cuando escuchamos la narración de la Pasión, nuestros sentidos pueden concentrarse en las impactantes palabras del Evangelio y verdaderamente entrar en la escena.
Tercero, la Iglesia usa velos para producir un alto sentido de anticipación del Domingo de Pascua. Este hecho se refuerza cuando vas a misa diaria y ves los velos cada día. No los quieres ahí porque están tapando imágenes muy bonitas.
Y el punto es precisamente este: los velos no tienen que estar ahí siempre. Las imágenes necesitan ser desveladas, es antinatural que estén cubiertas.
Desvelarlas antes de la Vigilia Pascual es un potente recordatorio de nuestra propia vida en la tierra. Vivimos en un mundo “velado”, en el exilio de nuestro verdadero hogar. Sólo a través de nuestra propia muerte el velo se retira y somos finalmente capaces de ver la belleza de todo en nuestra vida. Philip Koloski.