La preocupación y el compromiso de la Iglesia en favor de los ancianos no son cosa nueva. Ellos han sido destinatarios de su misión y de su atención pastoral en el transcurso de los siglos y en las circunstancias más variadas. La « caritas » cristiana se ha hecho cargo de sus necesidades, suscitando distintas obras al servicio de los ancianos, sobre todo gracias a la iniciativa y a la solicitud de las congregaciones religiosas y de las asociaciones de laicos.
La parroquia, como la gran familia que es, no puede dejar solos a aquellos que por distintas causas no pueden asistir a las celebraciones. Deben estar en el centro de nuestras preocupaciones y atenciones
Si conoces algún anciano solo o enfermo en tu portal o en tu calle comunícanoslo para hacerle una visita y, si así lo solicita, llevarles la comunión y el consuelo espiritual.