“Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt 9,38)
Un nutrido grupo de fieles ha participado ayer en el encuentro de Oración por los sacerdotes que, como todos los jueves durante el verano, organiza la parroquia tras la celebración de la misa.
El Papa Francisco señalaba hace pocas semanas en una homilía la necesidad de apoyar a los sacerdotes en su camino: “Rezad por los pastores para que el Señor les de esta gracia de caminar con el pueblo, de estar presentes en medio del pueblo con ternura y cercanía”.
Varios sacerdotes se han unido a esta iniciativa con la confianza en que Dios
Se expuso el Señor en la custodia, y después siguieron la lectura del Salmo, la escucha de la Palabra de Dios, la meditación, los cantos, el silencio…
La Iglesia necesitan jóvenes dispuestos, que quieran seguir a Cristo más de cerca, que quieran, como dice el lema de esta celebración, introducirse en el mar y remar adentro. Jóvenes valientes que quieran dejarlo todo y responder a la llamada de Jesús. La vocación es un don de Dios. Nosotros no somos los autores de las posibles vocaciones. Es Dios quien llama. Nuestra tarea debe ser orar para que haya jóvenes que digan sí.