La Iglesia celebra hoy, 14 de septiembre, la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, intrínsecamente unida a la Virgen de los Dolores, que celebraremos mañana.
En nuestra parroquia tenemos un templo -la Iglesia Nueva-dedicado a la Cruz.
El complejo parroquial de La Santa Cruz (iglesia y centro parroquial), lleva hasta sus últimas consecuencias la adaptación literal de la reforma litúrgica al diseño que el arquitecto Miguel Fisac Serna fue desarrollando desde la conclusión del Concilio.
La aspiración por parte del arquitecto de lograr una obra de arte total (gesamkunstwerk) se manifiesta en las abundantes piezas de mobiliario litúrgico que diseñó: el altar, la sede, el ambón, la pila bautismal, los bancos -especialmente logrados en el baptisterio- la pilas de agua bendita, etc.
Pese a la evidente dureza visual que se exhibe, en este edificio se advierte una notable complejidad en las formas, y una riqueza espacial refinada y poco corriente.
Se trata de un templo presidido por una hermosa y figurativa imagen de Pablo Serrano. Pero ¿qué significa la Cruz? ¿Por qué exaltar un instrumento de dolor y muerte?
La alegría de la cruz.
“Mirad la cruz del Señor, que huyan los enemigos; ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David. Aleluya”. Esta es la primera antífona del salmo del oficio de lectura en la fiesta de la exaltación de la santa cruz.
En ella se nos invita, en primer lugar, a dirigir nuestros ojos a la cruz de Cristo, pues solo mirando a Nuestro Señor crucificado se descubre el verdadero sentido de la cruz: “Ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David”. Jesucristo, muriendo en la cruz, venció a sus enemigos, liberándonos de Satán y del pecado. Nos hizo merecedores de la vida nueva en el Espíritu Santo. Restauró lo que el pecado había deteriorado en nosotros (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica 1708).
Por ello, en la celebración de la exaltación de la santa Cruz, la Iglesia nos invita a alegrarnos, pues, aunque la presencia de la cruz en nuestra vida traiga consigo dolor y sufrimiento, nos consuela y alienta saber que, como Cristo, nosotros también salimos victoriosos si lo ofrecemos a Dios y lo llevamos con alegría.
A esta alegría, por los frutos de salvación que representa la cruz, unimos como comunidad parroquial la alegría de celebrar la fiesta patronal de una de las iglesias que forman parte de nuestra parroquia.
Damos gracias a nuestro Señor por permitirnos celebrar un año más estas fiestas patronales, y le pedimos que, así como ha querido llevar a cabo la salvación de todos los hombres por medio de su Hijo, muerto en la cruz, nos conceda alcanzar en el cielo los premios de la redención (Cfr. Oración Colecta de la misa).
¡Viva la cruz de Cristo!