Como cada jueves, al término de la misa, expondremos al Señor en la Custodia para la adoración con una intención común: pedir por las vocaciones sacerdotales y religiosas.
La Eucarística es una acción de gracias.
La celebración del banquete del Señor es también una asamblea eucarística de «acción de gracias», en la que la Iglesia encuentra su expresión visible. Los cristianos cuando se reúnen para celebrar la santa Misa, ofrecen al Señor un sacrificio de alabanza en acción de gracias por la obra de la creación y por la obra de la redención: la Eucaristía es también una acción de gracias. En efecto, en la Eucaristía, toda la creación es presentada a Dios Padre como alabanza de acción de gracias (cf. CEC 357-361).
Unos de los momentos en la celebración eucarística en la que se expresa claramente este aspecto de acción de gracias es el inicio de los llamados “Prefacios”, después del diálogo introductorio el sacerdote dice: “en verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todo poderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro (pref. De la Santísima Eucaristía). No hay acción de gracias más grande que la Eucaristía.
Por ello, todo fiel cristiano cuando participa de la Eucaristía debe ser consciente de que no solo está participando del sacrificio de Cristo, que se renueva en la Eucaristía, sino que también tiene en sus manos y en su corazón la posibilidad de ofrecer cada Misa a Dios Padre en acción de gracias, por la creación, por la vida, por su familia, por todas las bendiciones que recibe diariamente de Dios. “Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. -Porque te da esto y lo otro. -Porque te han despreciado. -Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes. -Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. -Porque creó el Sol y la Luna, y aquel animal y aquella otra planta. -Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso… Dale gracias por todo, porque todo es bueno” (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 36.ª ed. Castell. Madrid, 1979, 268).
La acción de gracias de un hijo de Dios no se reduce en los momentos en los que todo va bien, en los momentos en que las cosas van tal y como se desea. Hemos de elevar nuestra acción de gracias en todo momento, cuando las cosas van bien y cuando no vayan tan bien: “Muchos son los cristianos que solo dan gracias a Dios cuando progresan en sus negocios. Salen de la cárcel y alaban a Dios; les sale bien un negocio y alaban a Dios; heredan una propiedad y alaban a Dios; pero, si sufren algún daño, blasfeman de Dios. ¿Qué hijo eres, que cuando el padre corrige, te molestas y entristeces?” (SAN AGUSTÍN, Comentario a los Salmos, 48, 2, 9).
Por ello, Demos gracias al Señor, nuestro Dios; es justo y necesario…
Día: Todos los jueves
Lugar: Iglesia nueva de Santa Cruz
Hora: 19:30