¿Tienes una hora para Jesús?
Todos los jueves los dedicamos a la adoración del Santísimo Sacramento, rezando de manera especial para que aumenten las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, por la buena formación de los seminaristas, y por la santidad de los sacerdotes.
Estamos urdidos a pedir al Señor que mande obreros a su mies. Siempre hablamos de la falta de vocaciones pero tenemos que ser activos en la Pastoral vocacional: Rezando, suscitando entres los jóvenes y menos jóvenes la pregunta sobre la vocación, viviendo la fe en familia, etc…
Como es habitual en esta “entrada” de cada semana, continuamos con la catequesis eucarística:
¿Cómo se celebra la liturgia eucarística? ¿Cómo debe ser nuestra participación?
«Esto es mi Cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en conmemoración mía (Lc 22, 19)». La Iglesia, atendiendo a este deseo del Señor, desde entonces celebra la Eucaristía. De hecho, tenemos relatos de los primeros años del cristianismo que nos narran la celebración eucarística: “El día que se llama del sol [el domingo], se celebra una reunión de todos… y se leen los recuerdos de los apóstoles o los escritos de los profetas… Después nos levantamos todos a una, y elevamos nuestras oraciones. Al terminarlas, se ofrece el pan y el vino con agua como ya dijimos… y el que preside, según sus fuerzas, también eleva sus oraciones y acciones de gracias, y todo el pueblo exclama: Amén. Entonces viene la distribución y participación de los alimentos consagrados por la acción de gracias y su envío a los ausentes por medio de los diáconos” (san Justino Mártir, año160 d.C.).
Desde entonces la celebración eucarística se realiza en dos momentos que forman un solo acto de culto: la liturgia de la Palabra, que comprende la proclamación y la escucha activa y acogedora de la Palabra de Dios; y la liturgia eucarística, que comprende la presentación del pan y del vino, la plegaria eucarística, con las palabras de la consagración, y la comunión (Compendio CEC 278). Es tan grande e importante este sacramento que nadie puede quitar o añadir a su antojo nada de lo que ha sido establecido por la Iglesia. (Cf. Redemptionis Sacramentum 14-18).
Por tanto, si es tan importante esta celebración ¿cómo debe ser la participación de los fieles laicos en la Santa Misa? “La Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen conscientes, piadosa y activamente en la acción sagrada…” (Sacrosanctum Concilium 48).
Para participar con estas disposiciones en la celebración eucarística puede ayudar el prepararlo con acciones concretas, por ejemplo: preparar la participación del mismo modo, y con mayor razón, como cuando tenemos una cita importante, pensando en el sacramento del que se participará, incluso desde el día anterior hasta momento en que se llegue a la Iglesia; llegar a la Iglesia uno minutos antes para hablar con Dios y pedirle ayuda para participar atenta y piadosamente; participar en la celebración realizando cada uno de los gestos litúrgicos consciente y piadosamente; en el momento de la comunión encaminarse a recibir el cuerpo de Cristo con plena consciencia de a Quien se va a recibir; después de recibir la comunión hablar con Dios en silencio, pues en ese momento esta Dios mismo sacramentalmente presente en de nosotros. Estas y otras acciones nos puede ayudar a participar conscientes, piadosos y activamente.
“¡Tratádmelo bien, Tratádmelo bien!”, decía, entre lágrimas, un anciano Prelado a los nuevos Sacerdotes que acababa de ordenar. – ¡Señor!: ¡Quien me diera voces y autoridad para clamar de este modo al oído y al corazón de muchos cristianos, de muchos! (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 531).
Lugar: Iglesia nueva de Santa Cruz
Día: Jueves
Hora: 19:30 hh.