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Evangelio del martes, 13 de noviembre

by santaeulalia

Lectura del santo evangelio según san Lucas 17, 7-10

En aquel tiempo, dijo el Señor: «Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «En seguida, ven y ponte a la mesa»? ¿No le diréis: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú»? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.»»
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Meditación

Una parábola que se encuentra sólo en el evangelio de San Lucas nos enseña que nuestra vida cristiana se caracteriza ante todo por la actitud de constante servicio. Así con tres preguntas somos invitados a mirar nuestra propia experiencia y confirmar el seguimiento de las huellas del Señor.

Pensemos en las cosas ordinarias que se convierten en nuestros deberes; son tantas cosas que se nos confían y que piden nuestro empeño y dedicación. Nuestra cotidianidad nos pide una vigilancia continua para evitar todo tipo de rutina, monotonía y rigidez. Si no se descubre la novedad de Dios y la inspiración en el día a día de nuestra vida, las jornadas se hacen tan pesadas que van usurpando la paz interior y las buenas relaciones entre nosotros. Afanes, tensiones, desilusiones, estrés, depresión, irritación, cansancios físicos y emocionales, conflictos, entre otros, son “el pan de cada día”. ¿Cuál es el verdadero heroísmo? Vivir la cotidianidad con una fuerza extraordinaria; sí, desde lo más sencillo hasta lo más complejo; pero, sin vanaglorias ni prepotencias. ¿Cómo vives tu cotidianidad? Recordemos que el evangelio nos invita a evitar la tentación de vivir de manera rutinaria o despótica.

Al final del evangelio Jesús presenta la conclusión a la preguntas: “De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os mandaron, decid: No somos más que unos pobres siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer.” Ahí está la clave. El servicio es el camino. Como lo hizo María que dijo: “He aquí la sierva del Señor. ¡Hágase en mí según tu palabra!”, como lo hizo San José que, desde el silencio, en la vida cotidiana cuido la familia de Nazaret. Como lo podemos hacer cada uno de nosotros. Ser servidores unos de otros cambiando la lógica que muchas veces nos presenta el mundo. No es detenernos para ser servidos como señores, sino para ser servidores como hermanos. Nos lo ha enseñado el Señor que vino a dar su vida en rescate por muchos. Servir a Dios desde el trabajo, servir a Dios desde la familia, servir a Dios desde nuestros compromisos cívicos. Servir viviendo inspirado por Dios, buscando hacer su voluntad.

Al respecto nos dice el Papa Francisco: “en la vida debemos luchar tanto contra las tentaciones que tratan de alejarnos de la actitud de servicio. La pereza lleva a la comodidad: servicio a la mitad; y el adueñarnos de la situación, y de siervo convertirse en patrón, que lleva a la soberbia, al orgullo, a tratar mal a la gente, a sentirse importantes ‘porque soy cristiano, tengo la salvación, y tantas cosas así’. Que el Señor nos dé estas dos gracias grandes: la humildad en el servicio, a fin de que podamos decir: ‘Somos siervos inútiles – pero siervos – hasta el final; y la esperanza en espera de la manifestación, cuando el Señor venga a encontrarnos”

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