Como cada jueves nos reuniremos alrededor del Santísimo expuesto en la custodia para pedir por las vocaciones.en palabras del Papa Francisco: Rezar a Dios por las vocaciones, para que envíe sacerdotes y religiosas con el corazón sólo para Él, libres de la idolatría de la vanidad, del poder y del dinero.
Dia: Jueves
Hora: 19:30 hh
Lugar: Iglesia nueva de Santa Cruz
¿Para qué ir a Misa si no puedo comulgar?
Como ya lo hemos explicado, la santa Eucaristía santifica a aquel que se alimenta de este sacramento. (cf. ¿podemos todos ser santos?). Conociendo esto, podríamos plantearnos otra pregunta: ¿para qué ir a Misa si no puedo comulgar?
Si es verdad que “ningún acto enriquece tanto a nuestro cuerpo en orden al cielo, como la Sagrada Comunión” (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión), es igualmente verdadero que participar en la santa Misa, aun sin comulgar, produce frutos. En efecto, “se ofrece, en la Iglesia, por los vivos y por los difuntos, para que a todos aproveche, ya que ha sido establecido para la salvación de todos” (SANTO TOMÁS, Opusculo 57, fiesta del Corpus Christi).
Los frutos de la Santa Misa son los mismos alcanzados por Cristo en la cruz, que se hacen presentes en el sacrificio eucarístico. Estos frutos se alcanzan cuando se acogen LIBREMENTE, CON FE, ESPERANZA Y AMOR AL REDENTOR. Estos consisten esencialmente en un crecimiento de la gracia santificante, e una más intensa identificación con Cristo, y acrecienta, en quien no puede comulgar, el deseo de alimentarse con el cuerpo y la sangre de Cristo.
Los frutos no se alcanzan con la misma intensidad, fuerza o grandeza en todos los que participan en el sacrificio eucarístico; serán mayores o menores según la participación de cada uno en la celebración litúrgica y en la medida de su fe y devoción. Por tanto, aprovechan de manera diversa de los frutos de la Santa Misa toda la Iglesia, según sus disposiciones: el sacerdote que celebra y los que, unidos con él, asisten a la celebración eucarística; los que, sin participar a la Misa, se unen espiritualmente al sacerdote que celebra; y aquellos por quienes la Misa se ofrece particularmente, que pueden ser vivos o difuntos.
Así pues, conviene participar de la celebración eucarística aun cuando no se pueda comulgar la Santa Hostia. En este caso, conviene realizar comuniones espirituales. “La comunión espiritual consiste en un deseo ardiente de recibir a Jesús Sacramentado y en un trato amoroso como si ya lo hubiésemos recibido” (SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO)
Hemos de pedirle a Dios que nos conceda la gracia de tener siempre las debidas disposiciones para comulgar.
“El efecto propio de este sacramento es la conversión del hombre en Cristo, para que diga con el Apóstol: Vivo, no yo, sino que Cristo vive en mi” (SANTO TOMÁS, Comentario IV al Libro de las Sentencias, d. 12, q. 2, a. 1).