La exposición del Santísimo es la devoción que tiene por objeto la adoración de Cristo Eucarístico. Se fundamenta en la fe en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. La Eucaristía se expone en una custodia (ostensorio) para adoración. Nosotros lo hacemos cada jueves con una intención que destaca sobre las demás: pedir al
Señor por las vocaciones sacerdotales y religiosas.
Día: Jueves
Lugar:Iglesia nueva de Santa Cruz
Hora: 19:30 hh.
“Invertir” el tiempo adorando al Señor.
La Iglesia, por la fe y la certeza de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, nos invita a darle culto de adoración, llamado latría, al Santísimo Sacramento. Este culto de adoración lo realizamos tanto dentro de la Santa Misa (sobre todo en los momentos en que nos ponemos de rodillas) como fuera de ella (cf. Catecismo de la Iglesia 1378).
Por ello, la Iglesia non pide conservar la Santísima Eucaristía en el Sagrario principalmente para poder dar la Sagrada Comunión a los enfermos que no pueden participar en la Santa Misa, y para que los fieles puedan dar culto de adoración a Dios presente en la Santa Eucaristía.
Son varios los momentos en que nos reunimos como comunidad para dar culto de adoración al Santísimo Sacramento: durante la Exposición del Santísimo Sacramento, cada vez que recibimos la bendición con el Santísimo Sacramento, en las procesiones con el Santísimo Sacramento, especialmente en las solemnidades del Cuerpo y Sangre de Cristo (Corpus Christi) y el Jueves Santo (in Coena Domini).
Cada fiel, personalmente, está invitado a dar culto al Santísimo Sacramento. Esto se realiza cuando el fiel se acerca al Sagrario para visitar al Señor, para estar con Él. San Juan Pablo II decía: “La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este Sacramento del Amor. No ahorremos nuestro tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y pronta a reparar las grandes culpas y delitos del mundo. No cese jamás nuestra adoración” (Juan Pablo II, Carta Dominicae Cenae 3).
La costumbre de conservar la Santísima Eucaristía en el Sagrario era vivida ya desde las primeras comunidades cristianas. Así, lo señala el Concilio de Trento: “la costumbre de guardar en el sagrario la santa eucaristía es tan antigua que era conocida ya en el siglo del Concilio de Nicea (año 325).
Con el fin de despertar en los fieles la adoración al Señor en la Eucaristía fuera de la Misa, la Iglesia nos indica que “el Sagrario debe estar colocado en un lugar particularmente digno de la iglesia; debe estar construido de tal forma que subraye y manifieste la verdad de la presencia real de Cristo en el santísimo sacramento” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1379).
ADORO TE DEVOTE (Himno de Santo Tomás de Aquino).
Te adoro con devoción, Dios escondido,
oculto verdaderamente bajo estas apariencias.
A ti se somete mi corazón por completo,
y se rinde totalmente al contemplarte.
Al juzgar de ti se equivocan la vista, el tacto, el gusto,
pero basta con el oído para creer con firmeza;
creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios;
nada es más verdadero que esta palabra de verdad.
En la cruz se escondía sólo la divinidad,
pero aquí también se esconde la humanidad;
creo y confieso ambas cosas,
y pido lo que pidió el ladrón arrepentido.
No veo las llagas como las vio Tomás,
pero confieso que eres mi Dios;
haz que yo crea más y más en ti,
que en ti espere, que te ame.
¡Oh memorial de la muerte del Señor!
Pan vivo que da la vida al hombre;
concédele a mi alma que de ti viva,
y que siempre saboree tu dulzura.
Señor Jesús, bondadoso pelícano
límpiame, a mí, inmundo, con tu sangre,
de la que una sola gota puede liberar
de todos los crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora veo escondido,
te ruego que se cumpla lo que tanto ansío:
que al mirar tu rostro ya no oculto,
sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.