Don José siempre ha encarnado como nadie aquellas palabras del papa Francisco: «Ser un pastor que huela a oveja», conociendo a sus feligreses, visitándolos y acompañándolos a nivel humano, social y espiritual. Era habitual verlo caminar por sus parroquias charlando con unos y con otros, que lo veían como a uno más del pueblo.
Formado en Comillas, donde se licenciaría en Teología y Filosofía, llegó a la comarca de Betanzos en 1954, y allí permanecería durante el resto de su ministerio, como el mismo afirmaba, porque «se encariñaron conmigo y yo con ellos».
Son numerosas las obras materiales que ha dejado en las parroquias: cementerios, casa rectoral, el cuidado esmerado de los templos… Predicaba con sencillez y siempre terminaba las celebraciones invitando a los asistentes a que fuesen «buenos».
Pero sobre todo, amaba sus parroquias y a sus gentes; tanto que, aunque natural de Ponteceso, quiso descansar junto aquellos a los que durante 50 años pastoreó trabajando con la misma ilusión y las mismas ganas que el primer día. Descanse en paz.
Fuente: José Carlos Alonso | La Voz de Galicia
Foto: César Delgado