Hoy hoy es la fiesta de Santa Eulalia, nuestra Patrona. A las 12:30 celebraremos una misa en su honor en el templo parrroquial de Lians y a las 19:00 hh, en la Iglesia nueva de Santa Cruz.
Lo que sabemos sobre santa Eulalia
Es un hecho históricamente comprobado que Eulalia nació, vivió y murió en Mérida y que a su corta edad se entrega al tribunal romano que la va a juzgar, confesando su fe cristiana, para devoción de todo un pueblo. Su culto llega a anular la memoria de los otros márti- res emeritenses. La crítica más severa reduce los datos históricos a su patria y al hecho del martirio, acaecido en torno al año 304.
Su culto se extiende pronto por toda la cris- tiandad, como atestigua el sermón de san Agustín de Hipona el día de su fiesta. Es un texto corto, que no ofrece particularidad por sí mismo, pero sí es importante en razón de su autor, fecha y lugar. Actualmente, unos 310 pueblos tienen a la santa por patrona y 80 llevan su nombre. Su memoria se venera en los templos más remotos, floreciendo en torno a su nombre una nutrida hagiografía poética, narrativa y litúrgica. La más antigua iconografía de la santa es la del mosaico de San Apolinar en Ravena (s. VI) y los frescos de la iglesia del Santo Cristo de la Luz, en To- ledo (s. XII), entre otros.
Sus atributos constantes son la palma y la corona. Los varios episodios de su martirio también han sido recogidos en los otros ele- mentos simbólicos: la paloma, la cruz aspa- da, el hornito, un libro y ascuas llameantes.
Oración colecta
Oh Dios, fuente de todos los bienes, que para llevarnos a la confesión de tu nombre te has servido incluso del martirio de los niños, haz que tu Iglesia, alentada por el ejemplo de santa Eulalia de Mérida, virgen y mártir, no tema sufrir por ti y desee ardientemente la gloria del premio eterno. Por nuestro Señor Jesucristo
Amén.
Elogio de San Cipriano sobre los mártires
Rechazasteis con firmeza al mundo, ofrecisteis a Dios magnífico espectáculo y disteis a los hermanos ejemplo para seguirlo. Las lenguas religiosas que habían declarado anteriormente su fe en Jesucristo lo han confesado de nuevo; aquellas manos puras que no se habían acostumbrado sino a obras santas se han resistido a sacrificar sacrílegamente; aquellas bocas santificadas con el manjar del cielo han rehusado, después de recibir el cuerpo y la sangre del Señor, mancharse con las abominables viandas ofrecidas a los ídolos; vuestras cabezas no se han cubierto con el velo impío e infame que se extendía sobre las cabezas de los viles sacrificadores; vuestra frente, sellada con el signo de Dios, no ha podido ser ceñida con la corona del diablo, se reservó para la diadema del Señor.
¡Oh, con qué afectuoso gozo os acoge la madre Iglesia, veros volver del combate! Con los héroes triunfantes, vienen las mujeres que vencieron al siglo a la par que a su sexo. Vienen, juntos, las vírgenes, con la doble palma de su heroísmo, y los niños que sobrepasaron su edad con su valor. Os sigue luego, por los pasos de vuestra gloria, el resto de la muchedumbre de los que se mantuvieron firmes, y os acompaña muy de cerca, casi con las mismas insignias de victoria.
También en ellos se da la misma pureza de corazón, la misma entereza de una fe firme. Ni el destierro que estaba prescrito, ni los tormentos que les esperaban, ni la pérdida del patrimonio, ni los suplicios corporales les aterrorizaron, porque estaban arraigados en la raíz inconmovible de los mandamientos divinos y fortificados con las enseñanzas del Evangelio.
Imagen que se venera en el templo vilagarciano de su nombre
Composición, Manuel Longa Pérez