En Sacramentum Caritatis, el papa Benedicto XVI escribe, “La belleza…no es un elemento decorativo de la acción litúrgica; es más bien un elemento constitutivo, ya que es un atributo de Dios mismo y de su revelación.” (art. 35). Por lo tanto, la belleza no es meramente algo externo; sino que la belleza es inseparable de la liturgia.
En dicha exhortación apostólica Benedicto XVI pasa inmediatamente a decir: “La belleza intrínseca de la liturgia tiene como sujeto propio a Cristo resucitado y glorificado en el Espíritu Santo que, en su actuación, incluye a la Iglesia. ” (art. 36). Si la liturgia debe ser bella, entonces solo puede serlo porque el mismo Jesucristo es el centro de la celebración y del sacrificio.
El cuidado de la celebración, de ornamentos, vasos sagrados y todos los elementos usados en la liturgia es una expresión externa de ese amor a Cristo Eucaristía.
La parroquia intenta conservar con esmero todo lo referente al culto y este esfuerzo que estamos realizando en la adquisición y recuperación y de objetos para ser usados en la Liturgia va calando cada vez más en el corazón de los fieles.
Si la semana pasaba anunciábamos con gozo la donación realizada por unos feligreses de un cáliz, un copón y una custodia hoy os anunciamos que otra familia ha tenido la generosidad de obsequiarnos con una hermosa jarra de plata para el lavado ritual de la Santa Misa.
Se trata de una hermosa forma de empezar el año pero nunca debemos olvidar lo importante: La belleza de la liturgia ORIENTA el corazón pero no DISTRAE ni te atrapa en lo meramente estético. pero podemos correr el riesgo de convertir la belleza en simple estética, basada en nuestra comprensión cultural de belleza.