Conocer para amar.
Todos conocemos la famosa frase “nadie ama lo que no conoce”, acuñada y explicad por san Agustín, en su obra de Trinitate. Valiéndonos de estas palabras haremos la última reflexión sobre la definición de fe que venimos reflexionando: conocer la doctrina cristiana para amar a Dios.
Reflexionemos brevemente esta expresión refiriéndonos a dos causas o razones para conocer la doctrina cristiana. El primero, se refiere a la justicia. Creo que todo cristiano, por el hecho de ser cristiano, debería conocer el contenido de su fe, es decir, aquello en lo que cree. Mas o menos, como un hijo conoce a su familia; quizá no totalmente, pero normalmente es el que mejor la conoce: conoce los gustos, los pensamientos, las aspiraciones, etc., de cada uno de los miembros de su familia. Así mismo, un cristiano debe conocer el contenido de su fe, de la doctrina cristiana que la Iglesia enseña, puesto que es su familia.
La segunda razón o causa es el de conocer el contenido de la fe, conocer la doctrina de la Iglesia, para amar a Dios; porque, en definitiva, el contenido de la fe es el mismo Dios. Por ello, esta debería ser la razón que mueva al cristiano a conocer su fe. Para quién ha iniciado a amar a Dios, sabe que esta razón, no solo es una consecuencia natural o lógica, sino algo querido, buscado con todas sus fuerzas. Quién ama de verdad, busca conocer más y mejor a quién ama sin importar los sacrificios o esfuerzos que deba hacer, más aún, el amor le lleva a sacrificare por quien ama.
Son tantos los medios que se tienen para conocer a Dios: la lectura de la Sagrada Escritura, la lectura del catecismo, de la vida de los santos, las homilías o predicaciones, las catequesis, los retiros espirituales, los cursos de formación, etc.
¡Quién conoce a Dios, conoce el amor, porque Dios es Amor!