El mes de mayo es el mes de las flores y tradicionalmente el mes de las romerías a la Virgen. Las romerías son manifestaciones de religiosidad popular, tan querida por el papa Francisco, son un caminar hacia un templo o ermita dedicado a la Virgen y pedirle favores, darle las gracias, y manifestarle el amor, el cariño, la ternura de los hijos hacia su Madre.
«Una manifestación particular de la maternidad de María —decía Juan Pablo II en Fátima— la constituyen los sitios donde Ella se encuentra con los hombres, las casas donde habita; lugares donde se nota una particular presencia de la Madre. En todos estos lugares se cumple de modo admirable el singular testamento del Señor crucificado. Allí, el hombre es confiado a María, allí acude con presteza a encontrarse con Ella como con la propia Madre; le abre su corazón, le habla de todo; la recibe en su propia casa, es decir, le hace partícipe de todos sus problemas».
San Josemaría aconsejaba hacer un regalo a la Virgen María en el mes de mayo: acudir a un santuario dedicado a la Madre de Dios y rezar el Rosario.
Como cada año la parroquia – siguiendo las recomendaciones de la Iglesia reflejado en el Magisterio de numerosos pontífices- organiza sencillas romerías con los distintos grupos parroquiales con el fin de fomentar la devoción mariana entre todos los fieles.
Así, el primer domingo de mayo eran los niños del Catecismo los que protagonizaban es romería rezando un rosario a los pies de la Virgen. Este fin de semana ha sido el grupo de hombres que habitualmente se reúnen para la Cerveza Mística los que peregrinaron a la ermita de San Pelayo que custodia una imagen de la Virgen de Fatima los que lo hacían.
Tras participar en la Misa de Santa Cruz de las 19:00 partían a la Ermita llevando a los pies de Maria, Nuestra Madre, sus intenciones personales, familiares y también parroquiales y eclesiales.
No existe una fórmula para hacer una romería, sino que esta arranca del amor, cariño y veneración que los hijos tienen hacia su Madre del cielo. La romería es un acto de piedad personal hacia la Virgen. Se va a Ella para rezarle, a pedirle favores o a darle las gracias por favores recibidos.
La romería tiene también un valor penitencial, para que los romeros cuando visitan a la Virgen puedan “ofrecerle algo”. Muchas veces la ermita o santuario están situados en peñascos altos y hay que subir por caminos sinuosos