Lectura del santo evangelio según san Juan 13,16-20
Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro, el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: «El que compartía mi pan me ha traicionado.» Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy. Os lo aseguro: El que recibe a mi enviado me recibe a mí; y el que a mí me recibe recibe al que me ha enviado.»
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús
Meditación
En el tiempo pascual que estamos viviendo el Espíritu Santo, como lo señaló Jesús, nos recuerda las enseñanzas del Señor para que nuestra alegría sea plena. Hoy compartimos una parte de la conversación que Jesús tuvo con sus apóstoles antes de su pasión.
Aquellas palabras de intimidad quedaron en la memoria del Discípulo Amado. Fue una conversación que brotaba de lo más profundo de su corazón; después del acontecimiento de la resurrección estas palabras van a avivar el corazón de los apóstoles, convirtiéndose en testigos del poder de la resurrección y en servidores de sus hermanos. Es el Espíritu el que les recuerda lo dicho y lo vivido con Jesús, es él quien les ayuda a tener confianza, a vencer el temor y a salir con valentía.
Recrear aquella conversación íntima con Jesús los remite al acto de servicio que él ha hecho. Siendo el Maestro se ha abajado y con el gesto del lavatorio de los pies se anticipaba la entrega de sí mismo; como dice san Pablo: “Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz (Filipenses 2, 6-11).
“Estamos en el tiempo pascual, que es el tiempo de la glorificación de Jesús. El Evangelio que acabamos de escuchar nos recuerda que esta glorificación se realizó mediante la pasión (…) Judas sale del Cenáculo para cumplir su plan de traición, que llevará al Maestro a la muerte: precisamente en ese momento comienza la glorificación de Jesús. El evangelista san Juan lo da a entender claramente: de hecho, no dice que Jesús fue glorificado sólo después de su pasión, por medio de la resurrección, sino que muestra que su glorificación comenzó precisamente con la pasión, comenta el Papa Benedicto XVI.
Podemos concluir tres aspectos a la luz de este pasaje del Evangelio. En primer lugar fijémonos en la gracias del diálogo íntimo con el Señor. Judas está allí pero las palabras de Jesús tocan sus oídos pero no su corazón; no se deja interpelar con el Maestro porque ya ha decidido realizar su propio plan. El Discípulo Amado abre su corazón para comprender lo que está aconteciendo, puede conectar con el querer de su Señor valorando el don que está siendo ofrecido. Se siente comprometido con la verdad que brota de corazón de Jesús. entonces nos preguntamos: ¿Cómo es nuestro diálogo con Jesús? En segundo lugar, confirmemos que el camino cristiano que nos asemeja al Señor es el servicio: “He hecho esto para que ustedes sigan mis pasos”, es decir, busquemos continuamente tener gestos de caridad, convirtámonos en buenos samaritanos, capaces de sentir compasión con nuestros hermanos en necesidad. Y por último, recreemos la Palabra de Señor en nuestra vida; sintamos hambre de la Palabra que se hace luz en nuestro camino.
P. John Jaime Ramírez Feria