Lectura del santo evangelio según san Juan 16,12-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que toma de lo mío y os lo anunciará.»
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús
Meditación
El ambiente de intimidad y despedida que marcaba la Última Cena muestra al Señor animando a sus discípulos; se hace responsable del dolor y del desconcierto de los suyos, sabiendo que la formación del carácter de discípulos no se ha terminado y por eso, es necesario que el Espíritu los conduzca a la verdad plena. ¿cuál es esa Verdad plena?
Los Apóstoles han vivido la experiencia con el Maestro, tienen en su memoria los signos y las enseñanzas que han ido adquiriendo. Tres años caminando con él, compartiendo los secretos de su corazón. Y así han llegado a un momento crucial; en la subida a Jerusalén han recibido un triple anuncio de la pasión y muerte del Señor que ellos no entienden, ahora escuchan unas palabras marcadas por un carácter de despedida. Vivirán el acontecimiento del Calvario y no lo comprenderán, su corazón quedará abatido y el proyecto con el Maestro se cree fracasado.
Entonces, resuena un anuncio: “El Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad plena”. Luego del acontecimiento de la resurrección del Señor se cumplió esta promesa: “Y todos fueron llenos del Espíritu Santo» se les abrió el entendimiento y comprendieron lo que se les había dicho. De esta manera, fueron confirmando en su interior la novedad de la fe: Jesucristo es el Señor, con su muerte y su resurrección nos ha dado la vida nueva, la salvación. En él somos nuevas creaturas ungidas por el Espíritu. En él somos hijos amados por Dios y capacitados para ser testigos de su amor entre los hermanos. Recordemos lo que nos ha dicho el Señor: el Espíritu Santo nos consuela y defiende (Jn 14,16), nos comunica la verdad (Jn 14,17), nos hace recordar lo que Jesús enseñó (Jn 14,26), nos capacita para entender el significado pleno de las palabras de Jesús (Jn 14,26), nos conduce a la libertad plena, como dice san Pablo: «Donde hay el Espíritu del Señor, ahí hay libertad», (2Cor 3,17) y nos convoca haciéndonos testigos del Señor resucitado en el mundo.
Dice el Papa Francisco: “El Espíritu Santo unge. Ha ungido interiormente a Jesús, y unge a los discípulos, para que tengan los mismos sentimientos de Jesús y puedan así asumir en su vida las actitudes que favorecen la paz y la comunión. Con la unción del Espíritu, la santidad de Jesucristo se imprime en nuestra humanidad y nos hace capaces de amar a los hermanos con el mismo amor con que Dios nos ama. Por tanto, es necesario realizar gestos de humildad, de fraternidad, de perdón, de reconciliación. Estos gestos son premisa y condición para una paz auténtica, sólida y duradera. Pidamos al Padre que nos unja para que seamos plenamente hijos suyos, cada vez más conformados con Cristo, para sentirnos todos hermanos y así alejar de nosotros rencores y divisiones, y poder amarnos fraternamente”.
Acojamos esta palabra que el Señor nos confía y dejémonos conducir por el Espíritu Santo para vivir en la verdad y así hacer fructificar el don de la fe.
P. John Jaime Ramírez Feria