El próximo fin de semana una nueva tanda de niños y niñas recibirán por primera vez la Eucaristía y por eso esta semana están viviendo unos días de preparación intensiva en la que repasan los contenidos más importantes que han aprendido durante el curso, las oraciones, la liturgia del día de su comunión entre otras cosas.
Lo más importante es preparar su corazón y por eso los niños recibieron ayer perdón de los pecados con el sacramento de la Penitencia en una celebración comunitaria en la que se confesaron junto a sus padres.
Como hemos manifestado en numerosas ocasiones no es necesario esperar a que se confiesen los niños a unos días previos o a unas horas previas a su primera comunión; es decir, no necesariamente hay que hacer coincidir la primera confesión con la primera comunión.
De hecho, en la parroquia, hemos disociado la recepción de los dos sacramentos y los niños celebran el sacramento la Penitencia al comienzo del segundo curso de Catequesis.
La confesión debe ayudar al niño a entender el proceso de admitir un pecado y la necesidad de poner orden en las cosas, de reparar los errores, de pedir perdón, de volver a establecer la amistad con Dios y con los demás.
Ayuda – y es misión de los padres y catequistas- hablarle al niño de la confesión de manera positiva y alegre haciéndole ver que este sacramento no sólo ayuda a borrar los pecados, no sólo sirve para experimentar la misericordia de Dios, sino que también infunde en el alma la gracia divina
Un niño a esa edad ya sabe qué está bien y qué no. Pero ese discernimiento no llega súbitamente, es fruto de un proceso.
Promoviendo la confesión temprana, la Iglesia enseña a sus hijos a examinarse, a pedir perdón y a reconciliarse, adquiriendo así una conciencia delicada.
En la vida del niño que va madurando, pedir disculpas, reconciliarse, y también examinarse, son actitudes que llegan a ser muy naturales. Los niños comienzan a reconocer la presencia del pecado y la necesidad del perdón ya desde el momento en que aprenden a rezar el padrenuestro (“perdona nuestras ofensas”) y el avemaría (“ruega por nosotros pecadores”), desde el inicio de la catequesis.
Un niño a esa edad ya sabe qué está bien y qué no. Pero ese discernimiento no llega súbitamente, es fruto de un proceso. Si el niño está preparado para apreciar la importancia del sacramento de la comunión, y su significado de encuentro con el Señor, también puede captar el contenido sacramental del perdón en la confesión. Además, la gracia contribuye a moldear y mejorar sus intenciones y motivos.
Corresponde a los padres y a los sacerdotes promover la confesión de los niños, con el deseo de formar sus conciencias y facilitar su crecimiento en la fe y el amor al Señor.
En la parroquia hemos tenido buenas experiencias preparando exámenes de conciencia para los niños; ejemplos para completar las explicaciones; ideas para convertir el día de la primera confesión en un día de alegría.