En España cada vez es más frecuente que niños no bautizados al nacer, pidan el bautismo a la edad en que sus compañeros empiezan la catequesis , y nuestra parroquia no es una excepción.
Estos niños son acogidos con los brazos abiertos por la Madre Iglesia, cuyos responsables procuran darles todas las facilidades para que este deseo madure en un verdadero encuentro con el Señor y comiencen cuanto antes el camino que les conducirá a ser plenamente discípulos de Jesús: la Iniciación Cristiana.
Ayer, Solemnidad de Pentecostés, tres de ellos han recibido el Bautismo en la misma ceremonia en la que, junto al resto de sus compañeros, recibirían también la Primera Comunión. Acompañados de sus padres y padres ponían el broche de oro a un proceso catequético que comenzaron en el hogar y que tuvo su continuación en la parroquia en la que -durante dos años- se estuvieron preparando junto con el resto de los niños que este año recibirán a Jesus por primera vez en la Eucaristía.
El niño (o el joven) que ha realizado el proceso de Iniciación cristiana, desde el conocimiento de Jesucristo hasta el Bautismo (Confirmación – Eucaristía) se convierte en un fiel cristiano.
Fiel, porque ha recibido el sacramento de la fe, que es el Bautismo; cristiano porque su fe conlleva la adhesión profunda a Jesucristo, con un carácter definitivo. Como hombre nuevo, afronta de manera diversa su propia vida y todo queda transformado: infancia, adolescencia, juventud, madurez.
Confiamos en que esto niños después del Bautismo sigan una profundización progresiva, asimilando los dones recibidos y siendo conscientes de ser hijos en el Hijo, dentro del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.
Es un tiempo que no puede pasar desapercibido y que debe prolongarse semanas o meses. De ahí la importancia de que los niños sigan asistiendo cada domingo a la Misa para seguir creciendo en su amistad con Jesús y seguir celebrando su Fe con la nueva familia de la Iglesia a la que se acaban de incorporar
Tras esta etapa de asimilación y profundización, deberán seguir el desarrollo de la vida cristiana o, dicho con expresión más clásica, el avance en la vida espiritual (que debe ser toda la vida en cuanto es guiada por el Espíritu Santo, verdadera actitud del cristiano).
No podemos olvidar que el fundamento de toda espiritualidad cristiana es la misma Iniciación Cristiana y ésta se realiza en el seno de la comunidad, de una porción de la Iglesia.