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Evangelio del jueves, 13 de junio de 2019

by santaeulalia

Lectura del santo Evangelio según Mateo 5,20-26

«Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos. «Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano `imbécil’, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame `renegado’, será reo de la gehenna de fuego. Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús

Meditación
“Pidamos al Señor que nos haga entender la ley del amor. ¡Qué bueno es tener esta ley! ¡Cuánto bien nos hace amarnos los unos a los otros en contra de todo! Sí, ¡en contra de todo! A cada uno de nosotros se dirige la exhortación paulina: “No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien”. Y también: “¡No nos cansemos de hacer el bien!”. Rezar por aquel con el que estamos irritados es un hermoso paso en el amor, y es un acto evangelizador. ¡Hagámoslo hoy! ¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno!”

Con estas palabras el Papa Francisco invitaba a confirmar cómo el Señor viene a darle plenitud a la Ley. El mandamiento nuevo del amor es un imperativo para el discípulo que se ha abierto al amor liberador de Dios. Ante un mundo marcado por las divisiones, el odio, la sed de venganza y el egoísmo, el Señor exhorta al perdón y a la reconciliación.

La Palabra de hoy confirma que la verdadera libertad viene de dentro porque, quien ha experimentado el perdón de Dios, se sabe rescatado de la convulsión del odio, de la espiral del conflicto interior que genera mayor dolor, división y vacío. La ley suprema del amor está centrada en el corazón; esto no es una concepción emotiva, es una cuestión existencial. ¿Cómo está nuestro corazón? Sí, el corazón como núcleo de la persona desde donde concibe su vida y sus relaciones, donde se forman sus intenciones y propósitos; el corazón como motor vital de sus motivaciones y decisiones. Cuánto necesitamos cuidar el corazón para armonizar la relación con Dios y lo que le ofrecemos con nuestra manera de relacionarnos, de ver y encontrarnos con los hermanos.

Así la interpretación de lo que significa el mandamiento: “No matarás”, compromete el respeto total por la vida. Respeto por el don de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, respeto por la vida de cada ser humano y la propia. También la búsqueda continúa de la reconciliación y la paz.

Un cristiano que camina en la lógica del Evangelio dice no a todo tipo de violencia y enemistad. Porque ser cristiano compromete con un estilo de vida diferente que ofrece un culto, una ofrenda nueva al Señor: “Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda”.

Acojamos esta Palabra de libertad; trabajemos continuamente en la opción de vivir con un corazón sano, no permitamos que nos gobierne la ira, el odio y la enemistad. Abrámonos a la experiencia del perdón como un acto sublime de amor a Dios y a nosotros mismos. Experimentemos la plenitud de amor que nos mueve a vivir reconciliados; tenemos el compromiso de parar la espiral del odio y la venganza. Este es el tiempo propicio para la conquista de la libertad interior.

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