Estos días me encuentro en el santuario portugués de Fátima haciendo un curso de retiro. He decidido hacer un breve paréntesis en ese silencio que se recomienda para abstraernos de todo y centranos en el Señor, porque un párroco lleva a sus feligreses muy dentro. Os encomiendo a los pies de la Virgen y espero que me encomendéis con vuestra oración. Aquí comparto oración y fraternidad con 50 sacerdotes de distintos lugares de España, de África y de América. Esta universalidad anima nuestros deseos de entrega a Dios y servicio a la humanidad desde este ministerio al que Dios nos ha llamado.
Cuentan que cuando la periodista Barbara Walters vio a la santa Teresa de Calcuta atender a los leprosos le dijo que ella no tocaría un leproso ni por un millón de dólares a lo que la Madre le respondió: «Por un millón de dólares tampoco yo lo tocaría, hija. Lo importante es tocarlo por amor a Dios.
La Madre Teresa a menudo decía que no somos trabajadores sociales, aunque llevemos a cabo un trabajo social; y añadía: «Lo hacemos por alguien». Con ello quería decir que era a Jesús a quien se dirigía su humilde servicio.
En la base de esta afirmación está lo que ella llamaba «el Evangelio en los cinco dedos», porque contaba con los dedos de la mano las palabras de Mateo 25, 40 : «A mí me lo hicisteis». En cada servicio que desempeñaba, ella conservaba esta verdad en su corazón. Era con Jesús con quien estaba en la oración, era Jesús a quien tocaba en los pobres, era Jesús a quien encontraba en cada persona. Llegó a ser verdaderamente una «contemplativa en el corazón del mundo», alguien que percibe, reconoce y sirve a la presencia de Dios en toda persona y en cada circunstancia.
La vida de los sacerdotes es ante todo servicio: santificar, enseñar y guiar a sus hermanos. En palabras del Papa Francisco, los sacerdotes han sido escogidos de entre los hombres y puestos al servicio de ellos en las cosas De Dios.
Pero nadie da lo que no tiene. Para poder dar a Jesús a los hermanos es necesario llevarlo muy dentro. Por ello, como recordaba la Santa de Calcuta, han de crecer en vida interior y santidad, en intimidad con Dios
En el marco de esta crecimiento interior la Iglesia pide a los sacerdotes que crezcan en santidad. Así el Derecho canónico legisla lo siguiente:
“Los clérigos en su propia conducta, están obligados a buscar la santidad por una razón peculiar, ya que, consagrados a Dios por un nuevo título en la recepción del orden, son administradores de los misterios del Señor en servicio de su pueblo»
2. Para poder alcanzar esta perfección:
1: cumplan ante todo fiel e incansablemente las tareas del ministerio pastoral;
2: alimenten su vida espiritual en la doble mesa de la sagrada Escritura y de la Eucaristía; por eso, se invita encarecidamente a los sacerdotes a que ofrezcan cada día el Sacrificio eucarístico, y a los diáconos a que participen diariamente en la misma oblación;
3: los sacerdotes, y los diáconos que desean recibir el presbiterado, tienen obligación de celebrar todos los días la liturgia de las horas según sus libros litúrgicos propios y aprobados; y los diáconos permanentes han de rezar aquella parte que determine la Conferencia Episcopal;
4: están igualmente obligados a asistir a los retiros espirituales, según las prescripciones del derecho particular;
5: se aconseja que hagan todos los días oración mental, accedan frecuentemente al sacramento de la penitencia, tengan peculiar veneración a la Virgen Madre de Dios y practiquen otros medios de santificación tanto comunes como particulares».
Por este motivo, como cada año, al término del curso escolar, el párroco asistirá toda la
Semana a una tanda de Ejercicios Espirituales que se celebra en el Santuario de Fatima, en Portugal junto a más de cincuenta sacerdotes de toda España.
Los Ejercicios Espirituales son una experiencia personal. San Ignacio que ha ideado esta experiencia la define como estrictamente personal, del sujeto con Dios. Sin embargo, no la concibe como experiencia solitaria, sino acompañada por el que da los Ejercicios. Alguien que desde fuera, y sin interferir en la comunicación de Dios con el ejercitante, le ayuda en el discernimiento
Los Ejercicios Espirituales para sacerdotes son períodos de tiempo dedicados a la oración, al silencio, a la meditación y al encuentro fraterno entre presbíteros. Llenarse De Dios para poder darlo a los hermanos.
Vuelvo a concentrarme en las materias de meditación que nos proponen. Una de ellas ¡érais vosotros! Ya nos veremos. Mientras tanto. ¡Recemos por los sacerdotes!