Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 31-37
En aquel tiempo, los judíos, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.
El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.»
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.
Meditación: Honrar al Sagrado corazón de Jesús
En los Evangelios se encuentran diversas referencias al Corazón de Jesús, por ejemplo en el pasaje en el que el mismo Cristo dice: «Venid a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad mi yugo y aprended de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontraréis vuestro alivio»(Mt 11,28-29). El relato de la muerte de Cristo según Juan es fundamental. Él testimonia lo que vio en el Calvario: «un soldado, cuando Jesús ya estaba muerto, le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua»(Jn 19,33-34). Del costado abierto de Jesús brotan el perdón y la vida para todos los hombres.
Señala un autor espiritual que “la misericordia de Dios da vida al hombre, lo resucita de la muerte. El Señor nos mira siempre con misericordia, nos espera con misericordia. ¡No tengamos miedo de acercarnos a Él! ¡Tiene un corazón misericordioso! Si le mostramos nuestras heridas interiores, nuestros pecados, Él nos perdona siempre. ¡Es pura misericordia! No olvidemos esto: es pura misericordia. ¡Vayamos a Jesús!”.
¿Cómo vivir una verdadera devoción al Sagrado Corazón de Jesús?
Primero, imitar los sentimientos de Cristo. El apóstol San Pablo en la carta a los Filipenses exhorta a la Iglesia con estas palabras: «Tengan entre ustedes los mismos sentimientos que Cristo” (2,5). La devoción al Sagrado Corazón está diseñada para inspirar aquella imitación que comienza reconociendo que Él ha desbordado su misericordia sobre nosotros. Imitar la riqueza insondable del Corazón de Jesús respondiendo generosamente al amor de Dios y al prójimo que encontramos todos los días. Significa amar, perdonar y dar nuestra vida por los demás.
En segundo lugar, adorar la presencia de Jesucristo en la Eucaristía. Jesús se entregó por completo a nosotros en la Cruz para demostrar su amor por nosotros, y continúa haciéndolo todos los días en el Santo Sacrificio de la Misa. Cuando recibimos la Eucaristía, recibimos el corazón de Cristo. “Ya antes de celebrar la última cena con sus discípulos, sólo al pensar en la institución del Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, con cuya efusión había de sellarse la Nueva Alianza, en su Corazón sintió intensa conmoción, que manifestó a sus apóstoles con estas palabras: Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer».
En tercer lugar, orar en toda circunstancia. La oración constante es expresión de intimidad y confianza, es aliento de la vida y medio para crecer en el amor a Dios y al prójimo. Expresiones como “Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío” confirman el apelo permanente a la misericordia de Jesús. Las oraciones de consagración, de desagravio o reparación, el ofrecimiento del primer viernes de mes, etc; permiten vivir la cotidianidad como ofrenda viva, agradable y permanente a quien es el objeto de nuestro amor.
En cuarto lugar, buscar la Misericordia de Dios en la Confesión. “Del Corazón traspasado del Redentor nació la Iglesia, verdadera dispensadora de la sangre de la Redención; y del mismo fluye abundantemente la gracia de los sacramentos que a los hijos de la Iglesia comunican la vida sobrenatural. Acercarse al Sacramento del Perdón con el cual somos reconciliados con Dios equivale a tener experiencia directa de la misericordia».
También, es necesario reconocer que para que la devoción al Corazón de Jesús produzca más frutos se debe procurar unir a ella estrechamente la devoción al Inmaculado Corazón de la Madre de Dios. Así un devoto fervoroso del Sagrado Corazón de Jesús se compromete a vivir el mandamiento nuevo del amor: “Les doy un mandamiento nuevo que se amen los unos a los otros como yo los he amado”.
En esta solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús se celebra la Jornada Mundial de Oración por la santificación de los sacerdotes. Es noble pedirle al Señor que regale a su Pueblo sacerdotes según la riqueza de su corazón.