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Evangelio del martes, 1 de octubre de 2019

by santaeulalia

Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 1-4

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:- ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos? Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: – Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús

Meditación

Una pregunta de los discípulos da pie a la enseñanza de Jesús; ellos quieren saber “¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?”, dejando ver que quizás no habían entendido la nueva propuesta del Señor. Esta situación se convierte en la posibilidad de confirmar un criterio básico del Evangelio: hacerse pequeño, como los niños para acoger la novedad del Reino.

Recordemos que en los tiempos de Jesús, los niños hacían parte del grupo de personas sin importancia en la sociedad, no pertenecían al mundo de los grandes. Así la autenticidad del discipulado, no lo dan los reconocimientos, las grandezas humanas, el prestigio social, etc. La gracia del ser discípulos brota de la gratuidad del amor de Dios que se manifiesta, entre otras cosas, en el hecho de su iniciativa al elegirnos no por méritos o carrera espiritual sino por nuestra pequeñez.

Por esta razón, el Señor confirma que en la comunidad de sus discípulos deben estar vivos los criterios del servicio y la entrega sin buscar intereses individuales o autopromociones. Constatamos que una experiencia de comunidad se corrompe y se estanca cuando hay luchas de “importancia”, dándole cabida al abuso del poder, a la selección de personas, las envidias, rivalidades y divisiones.

Por esto, Jesús insiste que debemos hacernos “pequeños” y no ser motivo para que otros pierdan la fe en Dios y abandonen la comunidad, pues ha sido el mismo Señor, el Buen Pastor, quién “no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños”; Él ha venido a rescatar a su Rebaño en el que cada persona cuenta. La comunidad no es una masa amorfa, es presencia de personas concretas donde ninguna debe ser excluida. Así se confirma la misión de cuidar, proteger y promover a los pequeños y a quienes ante los ojos del mundo no cuentan.

Así lo entendió santa Teresita del Niño Jesús a quien celebramos hoy; ella habla del caminito de la Infancia espiritual, caminito para “esperarlo todo del buen Dios, como un niño pequeño lo espera todo de su padre, es no inquietarse de nada, no buscar fortuna. Hasta entre los pobres se da al niño lo que le es necesario pero en cuanto se hace mayor, su padre ya no quiere mantenerle más y le dice: «Trabaja ahora, tú te puedes ya bastar a ti mismo.» Para no oír jamás tales palabras, por eso no he querido ser nunca mayor, sintiéndome incapaz de ganarme la vida, la vida eterna del Cielo. Me he quedado siempre pequeña”.

Al releer el evangelio de hoy podemos concluir que el Señor nos llama a compartir sus sentimientos y actitudes, haciéndonos pequeños y acogiendo con novedad su propuesta, en la que descubrimos que la experiencia de comunidad exige renunciar a toda marginación y búsquedas egoístas de autopromociones.

Iniciamos la vivencia del Mes Misionero Extraordinario convocado por el Papa Francisco, con el tema “Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión por el mundo”. Este mes quiere reavivar la conciencia misionera y recordarnos que vivimos en estado permanente de misión, es decir, que todos somos misión, que tenemos la noble responsabilidad de dar testimonio de la fe para que otros se animen a una nueva esperanza.

P John Jaime Ramírez Feria

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