El color está presente de forma significativa dentro de nuestro entorno natural, trasmite emociones y sentimientos, emite y potencia los mensajes.
Como comunicador visual, el color, es uno de los elementos estructurales mas significativos, también uno de los mejores medios para informar, definir, atraer y llamar la atención.
Fachadas, monumentos y espacios urbanos que se consideran emblemáticos desde hace algunos años pueden vestirse de luz y color en ocasiones especiales, convirtiéndolos en voceros de celebraciones y creadores de conciencia.
Nuestro templo de Santa Cruz – uno de mis edificios emblemáticos de nuestro pueblo- se une a otros muchos monumentos de nuestra geografía que se ilumina en ocasiones especiales. Así el día de la inmaculada lo hizo el templo de azul,; el día de las Letras Gallegas y del Apóstol Santiago iluminamos el templo con los colores de la bandera gallega.
En esta ocasión, día de la Fiesta Nacional, fueron el rojo y gualda los colores que iluminaron la iglesia.
Los espacios públicos son un gran foro abierto. La tendencia a cambiar de color los edificios por medio de la luz o convertirlos en grandes pantallas con el fin de crear símbolos con significado propio, capaces de comunicar ideas, debiera ser tomada como herramienta temporal para no modificar la arquitectura o la iluminación original creada para resaltar la forma, la textura y las características del lugar.
Como en todo, cuando se abusa en el uso de la iluminación de color, se pierde el sentido y el esfuerzo de comunicación se diluye en un mar de luces sin significado.