Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 12, 54-59
En aquel tiempo decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: “Chaparrón tenemos”, y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: “Va a hacer bochorno”, y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.
Meditación
El llamado del Señor para aprender a leer los signos de los tiempos se hace necesario para percibir mejor la presencia del Dios en la historia y comprender el compromiso cristiano en las realidades temporales.
Durante estos días el evangelio nos ha conducido en la meditación de actitudes importantes en nuestro caminar como cristianos: la vigilancia, la prudencia, la audacia siendo luz para los demás y el esfuerzo por corresponder a lo mucho que el Señor nos confía. Hoy viene puesta a la reflexión una capacidad que todo cristiano debe desarrollar: el discernimiento para poder ir descubriendo el llamado que el Señor nos hace en la vida.
Constatamos que diariamente nos encontramos ante situaciones, circunstancias familiares, laborales, económicas, espirituales que exigen no dejarlas pasar por alto; se hace necesario tomar decisiones, y en estas cabe el preguntarnos si tomamos en cuenta el plan de Dios en nuestra vida cotidiana. La falta de discernimiento nos puede llevar a tomar las cosas a la ligera, por impulsos y sin la capacidad de conocer la realidad, llevándonos a actuar sin sopesar bien lo que es justo, verdadero, noble y que procura el bien.
Hablando del llamado del evangelio se pregunta el Papa Francisco: “¿Estoy tan apegado a mis cosas, a mis ideas, cerrado? ¿O estoy abierto al Dios de las sorpresas? ¿Soy una persona quieta o una persona que camina? ¿Soy capaz de entender los signos de los tiempos y ser fiel a la voz del Señor que se manifiesta en ellos?”. Mientras vamos de camino, qué importante es aprender a discernir la presencia cotidiana de Dios en nuestra vida, a interpretar lo que Él nos va pidiendo en cada situación y a decidir hacer el bien y rechazar el mal. Estas actitudes nos ayudarán a no desentendernos de las responsabilidades que tenemos, tanto en la correcta relación con Dios buscando comprender asumir y obrar con alegría y generosidad su Voluntad, como las relaciones con los otros descubriendo que como dice el Señor: “cada vez que lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños conmigo lo hicieron”
Confirmemos que para cultivar una actitud correcta de discernimiento, se hace necesario querer lo que Dios quiere; esto indica apertura a Dios armonizando la gracia que Dios da y la libertad para desear buscar el agrado de Dios. Así adquiere sentido la pregunta: ¿Cuál es la voluntad de Dios para mí en esta situación?
Concluyamos nuestra meditación recordando lo que nos dice el libro de los Proverbios 2, 1-9: “Hijo mío, si das acogida a mis palabras, y guardas en tu memoria mis mandatos, prestando tu oído a la sabiduría, inclinando tu corazón a la prudencia; si invocas a la inteligencia y llamas a voces a la prudencia; si la buscas como la plata y como un tesoro la rebuscas, entonces entenderás el temor de Señor y la ciencia de Dios encontrarás. Porque el Señor es el que da la sabiduría, de su boca nacen la ciencia y la prudencia, vigila las sendas de la equidad y guarda el camino de sus amigos. Entonces entenderás la justicia, la equidad y la rectitud: todos los senderos del bien”.