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Evangelio del sábado, 14 de diciembre

by santaeulalia

Lectura del santo evangelio según san Mateo 17,10-13
Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?» Él les contestó: «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.» Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.

Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Meditación
Durante esta semana ha resonado la persona de Juan Bautista, siendo presentado como un modelo de preparación en este tiempo del Adviento; detengámonos hoy en el peligro de ir tan de prisa, envueltos en preocupaciones y anhelos, que no reconozcamos los signos que nos ofrece el Señor.

Juan Bautista fue la voz que llamaba a la conversión, como lo había anunciado el Señor por medio del profeta Malaquías: “»He aquí que yo os envío al profeta Elías antes que llegue el Día de Yahveh, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres” (Mal 3, 23-24). La voz de Juan era una invitación a volver al Señor, a restaurar el orden familiar, a rescatar el sentido de comunidad. Sin embargo, su mensaje fue molesto para las autoridades religiosas y políticas hasta llevarlo a la muerte.

Jesús presenta la fidelidad de Juan en el cumplimiento de su misión; Juan no esconde ni silencia su voz, denuncia el sistema que cierra el corazón a Dios y al prójimo. Juan cumple la tarea de presentar a Jesús que correrá la misma suerte: no lo reconocen y si lo llevan a la cruz porque su mensaje molesta e incomoda.

El tiempo ha pasado y en muchos escenarios personales, familiares y sociales la realidad continúa siendo la misma. El Evangelio muchas veces incomoda y, entonces, es mejor silenciar la voz de la Iglesia y de quienes denuncian el atropello a la vida, a la familia y a los vulnerables de nuestros tiempos.

Se habla de una navidad sin Jesús, de una religión hecha a la medida de cada uno, de un sinnúmero de definiciones de la familia y la persona; el Niño Jesús y la cruz estorban en muchos ambientes como la vida vulnerable del ser humano. No queremos ser conscientes de que la vulnerabilidad hace parte de nuestra humanidad. Y en todo este contexto la verdadera Navidad levanta su voz; en ella encontramos un mensaje de la familia que es capaz de proteger la vida, encontramos la búsqueda continúa que hace Dios del hombre llamándolo a una existencia plena. La verdadera navidad nos habla de la necesidad de encontrarnos para romper las barreras de la soledad desgarradora, del frio del corazón que se cierra en odios, resentimientos y rencores. La navidad nos habla del Perdón, de la misión de proteger el calor de hogar.
Cerremos nuestra meditación evocando las palabras del Papa Francisco “El tiempo de adviento es el periodo propicio para cultivar en nuestros corazones la capacidad de acoger a Jesucristo en nuestras vidas. Cristo está esperando que le abramos las puertas de nuestro corazón y que confiemos totalmente en Él para que podamos ser plenamente felices. Ahora es el tiempo de que escuchemos totalmente a Jesucristo que nos quiere decir: «Te amo y quiero hacerte feliz». ¡Cuántas veces hemos sido indiferentes ante la voz de Dios que toca a las puertas de nuestro corazón! Cristo nos ofrece la felicidad, pero no es obligatoria. Nosotros tenemos la libertad de decirle sí o no. Digámosle a Jesucristo que entre en nuestras almas y que renueve toda nuestra vida”.

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