Lectura del santo Evangelio según Mateo 21,23-27
Llegado al Templo, mientras enseñaba se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo diciendo: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal autoridad?» Jesús les respondió: «También yo os voy a preguntar una cosa; si me contestáis a ella, yo os diré a mi vez con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?» Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: `Del cielo’, nos dirá: `Entonces ¿por qué no le creísteis?’ Y si decimos: `De los hombres’, tenemos miedo a la gente, pues todos tienen a Juan por profeta.» Respondieron, pues, a Jesús: «No sabemos.» Y él les replicó asimismo: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»
Meditación
Las autoridades judías quieren saber con qué autoridad Jesús obra al punto de entrar al templo y expulsar a los vendedores. Aunque buscan acusarlo para acabar con él, Jesús se abre paso y continúa realizando la voluntad de su Padre Dios; no pierde su libertad e independencia desvelando la falta de honestidad de los adversarios. ¿Cuál es la autoridad que respalda a Jesús?
“¿Con qué autoridad hacéis estas cosas? -comenta el Papa Francisco- Quieren tender «una trampa» al Señor, tratando de llevarlo contra la pared, hacerle equivocarse. Pero ¿cuál es el problema que esta gente tenía con Jesús? ¿Son quizás los milagros que hacía? No, no es esto. En realidad el problema que escandalizaba a esta gente era el de que los demonios gritaban a Jesús: «¡Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Santo!». Este «es el centro”, esto escandaliza de Jesús: “Él es Dios que se ha encarnado». También a nosotros nos tienden trampas en la vida, pero lo que escandaliza de la Iglesia es el misterio de la Encarnación del Verbo. Y esto no se tolera, esto el demonio no lo tolera. Cuántas veces se oye decir: «Pero, vosotros cristianos, sed un poco más normales, como las otras personas, ¡razonables!». Este es un discurso de encantadores de serpientes: «Pero, sed así ¿no?, un poco más normales, no seáis tan rígidos…» Pero detrás de esto está: ´Pero, no vengáis con historias ¡que Dios se ha hecho hombre!”
Jesús es movido por el amor a Dios Padre y a su Reino; su autoridad de Hijo de Dios la vive desde el servicio y la donación a sus hermanos. No se esconde, no cede ante la tentación de asumir un poder que se coloca por encima de los demás; no cede ante las amenazas que pretenden hacerlo callar y renunciar a la misión. Va caminando paso a paso con la certeza de estar respaldado por el Espíritu Santo, anuncia sin desfallecer que ha sido enviado para buscar lo que estaba perdido, para restaurar a los que tienen roto el corazón, para libertar de la opresión del mal y dar viva verdadera y abundante. Vive con pasión el encuentro con el Padre mediante la oración y el ofrecimiento de su vida y movido a compasión acoge a todos sin exclusiones o partidismos.
Al inicio de la novena de preparación a la Navidad el Señor nos invita a confirmar el llamado que hemos recibido desde el bautismo. El cristiano está invitado a compartir con Jesús el proyecto de Dios; la autoridad le viene de participar de la vida de Dios; la autoridad se sustenta en el ejercicio continuo del servicio y de la compasión. No estamos caminando para convertirnos en piedra de tropiezo para nuestros hermanos; en la experiencia auténtica de la fe se confirma que debemos esforzarnos para comprender que allí donde Jesús reina se fomenta la comunión, el cuidado mutuo y la fuerza para cumplir con generosidad la misión.
Confirmemos la autoridad que viene del Señor y pongámonos en el camino del servicio. Vivamos este tiempo de preparación a la Navidad renovando la fe en Aquel que siendo de condición divina quiso habitar entre nosotros y darnos su vida para que tuviéramos vida y libertad.