Esta afirmación de nuestro refranero, lo mismo puede ser una frase vacía, que un deseo e incluso un proyecto. Yo me quedo con esto último.
Al comenzar un nuevo año es bueno tratar de beneficiarnos con una visión apropiada de lo que quedó atrás, pero no debemos insistir en el recuerdo de los días que no volverán ni en un vano anhelo del ayer, por muy bueno que este haya sido.
El pasado es para aprender de él pero no para vivir en él. Y una vez que hayamos aprendido lo que tengamos que aprender y que guardemos con nosotros lo mejor que hayamos experimentado, entonces miremos adelante y recordemos que “la fe siempre señala hacia el futuro.”
Un tópico de estos días es hacerse propósitos (adelgazar, dejar de fumar, aprender ingles… ); propósitos que se desinflan en los primeros compases del año. Pero no estaría de más que nos hiciésemos propósitos para crecer en vida interior e intentásemos lograrlos. Permitidme que os señale tres:
El primero de ellos es el conocer un poco más a Jesús porque “ a Jesús es imposible conocerle y no amarle ;amarle y no seguirle; seguirle y no identificarse con El”. La mejor forma de acercarse a Jesús es leyendo el Evangelio diariamente. Es costumbre en muchas parroquias regalar el “Evangelio de cada día” un pequeño libro que, siguiendo la Liturgia de la Palabra de la misa, nos desgrana la vida del Señor. Después de una reposada lectura no debemos preguntarnos lo que el pasaje del Evangelio dice “en general”, o lo que podría significar para otras personas sino lo que Preguntarle personalmente a Jesús: “Señor, ¿qué me estás diciendo a mí? ¿Qué quieres que yo haga? “¿Qué debo cambiar?
Un segundo propósito podría ser el de servir y ayudar a mejorar la vida de los demás. Cuando a María se le apareció el Arcángel y le anunció que iba a ser la Madre De Dios, su primera reacción tras su Fiat fue irse a casa de su prima Isabel que también estaba en cinta para ponerse a su servicio. No quería ser Ella el centro de atención sino la esclava del Señor. Esa lección la aprendió bien su hijo que ya adulto nos diría que “el Hijo del Hombre no ha venido para ser servido”. No estaría de más que en el año que comienza fuésemos más comprensivos, sin juzgar inmediatamente al prójimo sino dando el beneficio de la duda; aceptando a las personas tal cómo son intentando que nuestras conversaciones sean siempre positivas.
Por último, para que esa “vida nueva” que deseamos para el nuevo año sea una realidad deberíamos aquello que nos ha lastrado en el año que finalizó. El Niño-Dios nos trae la salvación y el perdón de los pecados y quizás nosotros no perdonamos los suficiente y esto daña nuestra familias y perjudica nuestras relaciones. Pensemos en aquellos que nos han hecho daño o molestado y perdonémoslos en nuestro corazón. El Papa Francisco afirma que “las tres palabras clave para vivir en paz y alegría en la familia: “permiso”, “gracias”, “perdón”.
Por delante nos esperan 365 oportunidades de hacer de este mundo un lugar mejor. Esto sólo lo conseguiremos si en todos y cada uno de ellos Dios está presente en nuestra vida, cuidando nuestra vida espiritual, cuidando nuestra vida familiar, cuidando a los hermanos más débiles.
Desde primer día del año, fijamos la mirada en Ella, para retomar, bajo su materna protección, el camino a lo largo de los senderos del tiempo. Recorramos este camino que comienzamosbde la mano de Maria con la certeza de que a Jesús siempre se va y se «vuelve» por María.