Perros, gatos, tortugas, hamsters, pájaros y peces convirtieron el atrio de la Iglesia nueva de Santa Cruz en el nuevo Arca de Noé. Decenas de mascotas acompañadas de sus dueños acudieron fieles a la cita de su festividad, San Anton. Este año la hemos trasladado al domingo siguiente al día propio -que es el 17 de enero- para facilitar una mayor asistencia
Al término del Catecismo tuvo lugar una sencilla ceremonia en la puerta del templo, en la que las mascotas recibieron la tradicional bendición. Disfrutamos de un ambiente festivo en el que interactuaron propietarios y animales. No en vano Oleiros -nuestro ayuntamiento- es el que más mascotas tiene censadas de todo el área metropolitana. ¡Y no es de extrañar! por lo mucho que estas criaturas de Dios nos aportan. Además de darnos cariño, un animal no juzga, no nos va a cuestionar ni se va a reír de nosotros, ni nos va a discriminar por nuestro aspecto físico o por si hemos cometido un error y – comentaba el sacerdote en la homilía: “ Nadie se alegra tanto como ellos cuando llegamos a casa”
El recordado Sa Juan Pablo II dijo en cierta ocasión “también los animales tienen un aliento o soplo vital, y que lo recibieron de Dios. Bajo este aspecto el hombre, salido de las manos de Dios, aparece solidario con todos los seres vivientes (…). Por consiguiente, la existencia de las creaturas depende de la acción del soplo-espíritu de Dios, que no sólo crea, sino que también conserva y renueva continuamente la faz de la tierra”.
El Papa Francisco en su Encíclica Laudato si nos recuerda:
“Así como sucede cuando nos enamoramos de una persona, cada vez que él (san Francisco de Asís) miraba el sol, la luna o los más pequeños animales, su reacción era cantar, incorporando en su alabanza a las demás criaturas. (…) porque para él cualquier criatura era una hermana, unida a él con lazos de cariño. Por eso se sentía llamado a cuidar todo lo que existe. Su discípulo san Buenaventura decía de él que, « lleno de la mayor ternura al considerar el origen común de todas las cosas, daba a todas las criaturas, por más despreciables que parecieran, el dulce nombre de hermanas».