Mi nombre es Enrique Alonso, tengo 31 años y soy seminarista en la Archidiócesis de Santiago de Compostela. Estoy cursando el segundo año de Estudios Eclesiásticos y cada día me siento más feliz con la decisión que he tomado. Digo esto porque hasta hace poco más de dos años todo lo que a la Iglesia se refería me resultaba antipático.
También es verdad que siempre tuve la certeza de que había algo más que una vida meramente material y trataba de llenar ese vacío existencial “a mi manera” pero, todo empezó a cambiar desde hace tres años para acá.
En el 2013, me licencié en Química General por la USC y durante los dos años siguientes cursé un máster sobre ciencias marinas en la UPV. Al terminar, me concedieron una beca de investigación en el extranjero con la que realicé una estancia durante casi dos años en una isla del Caribe. Allí me relacioné con nativos, las personas más sabias que he conocido hasta el día de hoy, personas que me mostraron lo que verdaderamente es la vida y como hay que vivirla. Eran personas sencillas y creyentes, lo cual me hizo reflexionar.
Cuando regresé a España, paradójicamente, por temas relacionados con el trabajo, entré en contacto con el Cura de la parroquia de Santa Cruz (Oleiros), D. José Carlos Alonso, que rompió con los prejuicios de mi cabeza. Un día, sin todavía hoy saber el por qué, decidí asistir por voluntad propia a la Celebración de la Eucaristía. Aquel día, me sentí tan interpelado durante la Proclamación de la Palabra y la homilía que a la semana siguiente repetí. Así transcurrieron varias semanas, sintiendo cada vez más la necesidad de participar. Tal era el consuelo y la fuerza que recibía —tan pequeño e ignorante me sentía y sigo sintiendo— que decidí apuntarme al catecismo de la Confirmación. El 22 de abril de 2018, recibí el sacramento de la Confirmación y en septiembre del mismo año, entré en el seminario. Parecerá una locura y así lo pensaron amigos y familiares, pero he de decir que el primer sorprendido era yo.
Pido perdón a Dios cada día por haber sido tan escéptico y aunque tarde lo amé, me faltan horas en el día para agradecerle esta oportunidad de seguirle. Como ya he dicho, cada día que pasa, aunque indigno de mí, siento estar haciendo lo correcto. Deseo seguir formándome, crecer como persona, conocer más a nuestro Señor… Sueño con llegar a ser algún día Sacerdote, acercar a Dios a las personas y las personas a Dios, así como hicieron conmigo… Gracias.
Enrique: Nuestro Seminarista
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