Bajo el lema “Sembradores de esperanza” los obispos de la CEE celebran este año la Jornada por la vida, un día para mentalizar sobre la importancia del cuidado de las personas desde su concepción hasta su etapa final.
El 25 de marzo de 2020, solemnidad de la Encarnación del Señor, se celebra la Jornada por la Vida. En el mensaje que firman los obispos de la Subcomisión para la celebración de esta Jornada, explican que el objetivo es «ofrecer una mirada esperanzada sobre los momentos que clausuran nuestra etapa vital en la tierra, ayudar con sencillez a buscar el sentido del sufrimiento, acompañar y reconfortar al enfermo en la etapa última de su vida terrenal, llenar de esperanza el momento de la muerte, acoger y sostener a su familia y seres queridos e iluminar la tarea de los profesionales de la salud».
La Jornada tiene como objetivo “ofrecer una mirada esperanzada sobre los momentos que clausuran nuestra etapa vital en la tierra”. También es un día con el que se pretende concienciar sobre como “ayudar con sencillez a buscar el sentido del sufrimiento” y sobre la importancia del “acompañamiento” y “consuelo” al enfermo en la etapa última de su vida terrenal, “llenando de esperanza el momento de la muerte”. Se trata de un día para mentalizar sobre la importancia del cuidado de las personas desde su concepción hasta su etapa final.
Ayudar al débil
Una de las palabras claves para los prelados es “la ayuda”. Según señalan en su mensaje, “la ayuda al débil, al que sufre, beneficia no solo al enfermo, sino también al cuidador”. De hecho – explican – “cuando una persona comprende la debilidad y la necesidad de los que sufren y es capaz de comprometerse en su cuidado, esa persona se engrandece y se hace más fuerte, pues comprende la vulnerabilidad de la existencia, la belleza de la dependencia, la dimensión dramática de la vida”.
Acompañar al que sufre
Los obispos también explican que quien sufre y se encuentra ante el final de esta vida “necesita ser acompañado, protegido y ayudado”. Necesita ayuda sobre todo para responder a las cuestiones fundamentales de la existencia, para abordar con esperanza su situación, para recibir los cuidados con competencia técnica y calidad humana, pero también “ser acompañado por su familia y seres queridos y recibir consuelo espiritual y la ayuda de Dios”.
La vida tiene sentido hasta el final
Por otro lado, los prelados declaran que tanto el que ayuda como el que es ayudado “son un testimonio de esperanza y de alegría” y nos permiten comprender que “la persona que sufre posee plenamente su dignidad”; también que la vida “tiene sentido hasta el final”. Y además de todo esto, estas personas muestran al mundo dos cosas. La primera es que teniendo un porqué “somos capaces de superar cualquier desafío” y la otra es que “el amor es más fuerte que nuestros sufrimientos y nuestras miserias”. “Tenemos que aprender de ellos” puntualizan los prelados.
Toda persona es valiosa, independientemente de su condición
Por último invitan a expresar a cada enfermo “que es una persona valiosa y que su vida importa”. También “que haremos todo lo que sea necesario para que viva los últimos momentos de su vida, cuando se encuentre ante esta situación, con los cuidados precisos, en compañía, con paz”. En este sentido, los obispos proponen “los cuidados paliativos” como la mejor solución para el alivio del dolor cuando sea posible y fomentan la cultura del cuidado, del respeto y del consuelo
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