Octubre es el mes que la Iglesia Católica le dedica al rezo del Santo Rosario.
Nuestro pueblo tiene entre sus más preciadas tradiciones el rezo del Rosario: se lo damos a los niños en el Bautismo, en la Primera Comunión; lo ponemos en el retrovisor del auto, nos lo colgamos del cuello o lo usamos de anillo o de llavero en sus versiones portátiles. Cuando se muere un fiel, lo rezamos en el velatorio y – en muchos lugares- en los nueve días posteriores al deceso. Lo rezamos también en mayo con el ofrecimiento de flores y de manera especial en octubre, por ser mes del Rosario.
El 7 de octubre de 1571 se llevó a cabo la famosa batalla de Lepanto en la que salió derrotada la flota turca y las armas de la cristiandad obtuvieron la victoria.
Mientras se llevaba a cabo esta acción de guerra, en Roma se hacían procesiones y se rezaban rosarios por la victoria europea.
Por ese motivo, el Papa San Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre de 1572 y, un año después, se cambió por la de Nuestra Señora del Santo Rosario, por atribuirle a esta oración la gracia de la libertad.
Por la sencillez de la oración y porque propicia la oración en común, el Santo Rosario ha tenido durante siglos una gran aceptación en el pueblo católico.
La Iglesia misma, a través de los Papas, ha recomendado frecuentemente esta práctica, enriqueciéndolo con indulgencias especiales. Hay indulgencia total a quienes recen el Santo Rosario en familia o comunidad, con las condiciones de costumbre: confesarse, comulgar y rezar por el Santo Padre.
Os invitamos, en estos tiempos que líbralos la gran batalla contra el coronavirus, a que recemos cada día el Santo Rosario pidiendo la liberación de todo mal y la protección de nuestras familias.
Cfr.: Desdelafe.mx