Una casa nunca está terminada, pues cuando acabas una obra ya hay que estar empezando otra. Eso pasa con nuestros templos sobre los que continuamente estamos realizando actuaciones de acondicionamiento o restauración.
La Capilla de san Pelayo de Montrove cerraba sus puertas el pasado fin de semana con motivo de la mejora del suelo que se anunció el pasado mes y todo apuntaba a que podrían permanecer así hasta principios de la semana que viene si se cumplían las previsiones, que hablaban de diez días de trabajo.
Esos eran los cálculos que manejábamos. Pero gracias al buen hacer de los encargados de la obra este mismo domingo podemos retomar el culto en el templo. Ayer, con la colaboración de algunos vecinos, se realizó el traslado del mobiliario y la limpieza necesaria tras cualquier reforma para que todo estuviese bien dispuesto para la celebración.
La razón del cambio del firme se debía al mal estado del anterior pues ya había perdido en muchas partes la capa superior antideslizante, lo que suponía un riesgo en días lluviosos o con el suelo mojado.
Agradecemos a todos aquellos que lo han hecho posible – donantes, obreros, encargadas de la capillas y a todos los vecinos- su colaboración con la seguridad de que Dios, por intercesión de San Pelayo, premiará su caridad.