En la Eucaristía el Hijo de Dios viene a nuestro encuentro y desea unirse a nosotros; la adoración eucarística no es si no la continuación obvia de la celebración eucarística, la cual es en sí misma el acto más grande de adoración de la Iglesia. Recibir la Eucaristía significa adorar al que recibimos. Precisamente así, y sólo así, nos hacemos una sola cosa con Él y, en cierto modo, pregustamos anticipadamente la belleza de la liturgia celestial.
Si bien es verdad que podemos conversar con el Señor Jesús en todo momento y en cualquier lugar, su presencia en la Hostia consagrada es privilegiada y particularmente eficaz para poder «palpar el amor infinito de su corazón». Allí está presente por excelencia, en el modo como Él quiso permanecer entre nosotros. Eso hace una gran diferencia.
El Señor está realmente presente en la Eucaristía, invitándonos a acompañarlo, ofreciéndonos su firme apoyo en nuestro peregrinar. La Iglesia y el mundo-nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica- «tienen gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo
La adoración fuera de la santa Misa prolonga e intensifica lo acontecido en la misma celebración litúrgica. En efecto, « sólo en la adoración puede madurar una acogida profunda y verdadera. Y precisamente en este acto personal de encuentro con el Señor madura luego también la misión social contenida en la Eucaristía y que quiere romper las barreras no sólo entre el Señor y nosotros, sino también y sobre todo las barreras que nos separan a los unos de los otros.
Seguros de los beneficios que para nuestra alma supone la adoración eucarística cada semana os invitamos, como cada semana, a participar en la adoración, una Exposición del Santísimo pidiendo especialmente al señor el
florecimiento y la perseverancia de las vocaciones sacerdotales y religiosas que tanto urgen en nuestra iglesia.
Lugar: Iglesia nueva de Santa Cruz
Día: Jueves
Hora: 19:30 hh.