“Somos lo que tú nos ayudas a ser”
Queridos diocesanos:
El lema para este Día de la Iglesia Diocesana, 7 de noviembre, nos recuerda el pasaje de los Hechos de los Apóstoles, en el que se nos narra cómo actuaban los cristianos de aquella primera comunidad: “Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. Con perseverancia acudían a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos de todo el pueblo” (Hch. 2,44-47).
Eran lo que entre sí se ayudaban, compartiendo el pan en las casas, alabando a Dios y orando. La participación en la Eucaristía les comprometía a hacerse todo para todos, superando las diferencias que en otras circunstancias habrían hecho muy difícil la convivencia. Existía una preocupación compartida por todos, que según las posibilidades, daba respuesta a las necesidades de cada uno.
También hoy nosotros, en este aquí y ahora, al vivir estos tiempos de incertidumbre, dolor y muerte por la pandemia y ser conscientes de sus efectos en lo social y en lo económico, estamos llamados a ayudar generosamente con los bienes que tenemos, según lo que precisa el que camina a nuestro lado. Y la clave para esta caridad próxima y práctica no es otra que vivir en comunión con Cristo Resucitado que es el fundamento de nuestra esperanza. La Iglesia vive de las aportaciones de los creyentes y de las personas de buena voluntad. Con esta ayuda puede ejercer la caridad viva y eficaz que nace del mandamiento de Jesús, “que os améis unos a otros” (Jn 15,12). No somos una agencia de atención social; somos la providencia del abrazo divino al vulnerable, al frágil, al que tiene la conciencia de ser un descartado de nuestra sociedad.
La Iglesia, que somos tú y yo, vive por la comunión en el Espíritu Santo, pero también por la fraternidad entre sus miembros. Cuando uno de ellos sufre, como nos recordaba el Apóstol San Pablo, sufre todo el Cuerpo Místico: “Así como el cuerpo tiene muchos miembros, sin embargo, es uno». (1Cor 12,12) ¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él (1Cor 12,26)”.
Para no ser indiferentes a esas acuciantes necesidades de tantos hermanos precisamos como Iglesia disponer de recursos para ofrecerlos, en el espíritu de aquella primera comunidad, a las familias con problemas económicos, a los inmigrantes que están en proceso de adaptación, a quienes se ven agobiados por el precio de un alquiler exagerado o por las políticas energéticas que generan una pobreza de la que es difícil salir.
“Somos lo que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo. Con tu tiempo, tus cualidades, tu apoyo económico y tu oración somos Iglesia”. Si ayudas, la Iglesia podrá hacer mucho. Vuestra generosidad es un regalo para la Iglesia diocesana. Os lo agradezco mucho. Estoy seguro de que colaboraréis en la medida de vuestras posibilidades. Me es grato saludaros con afecto y desearos lo mejor a vosotros y vuestras familias. Con mi afectuoso saludo y bendición en este Año Santo Compostelano.
+ Julián Barrio Barrio.
Arzobispo de Santiago de Compostela.