La celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, pone la guinda al Año Litúrgico en el que hemos meditado sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino De Dios.
En ella se profesa que Cristo es el centro de toda la historia humana, el principio y el fin, el Alfa y la Omega. Jesús vino al mundo a anunciar el Reino de Dios, un Reino que no es de este mundo pero que se empieza a vivir aquí, en la tierra.
Cristo reina en nosotros, su realeza procede de sus méritos, virtudes, servicio y amor. Su Reino es universal, es decir para siempre y para todos los que permanezcan unidos a Él.
Para lograr que Jesús reine en nuestra vida, primero tenemos que conocer a Cristo. Para ello es clave la lectura del Evangelio, la oración personal y los sacramentos. Se trata de conocer a Cristo de una manera experiencial en nuestra vida y no sólo de forma teológica.
Como pidió el Papa Pio XI en la institución de esta fiesta es necesario que Cristo reine en la inteligencia del hombre, asintiendo a las verdades reveladas y a la doctrina de Cristo; es necesario que reine en la voluntad, obedeciendo a las leyes y preceptos divinos; y es necesario que reine en el corazón, amando a Dios sobre todas las cosas