Se cumplen cincuenta años del fallecimiento del cardenal D. Fernando Quiroga Palacios, dejandonos, tras su partida, un digno testimonio de celo sacerdotal, de erudición, de fidelidad al Evangelio.
A pesar de haber pasado medio siglo su imponente figura humana y espiritual sigue siendo recordada en todos los rincones de la archidioces,
Sacerdote del clero orensano fue nombrado arzobispo de Mondoñedo primero y después De Santiago. Tres años después de su llegada
a la sede compostelana fue creado cardenal en 1952 participando en la elección de Juan XXIII y Pablo VI y convirtiéndose también en el primer presidente de la Conferencia Episcopal Española.
Su huella imborrable ha quedado marcada en su impulso al Concilio gallego o en sus gestiones para que el gallego fuese reconocido como lengua litúrgica tras el Concilio Vaticano II, siendo el primer cardenal en celebrar nuestra lengua vernácula.
«Mi corazón está lleno de Galicia» proclamó en su discurso de toma de posesión como arzobispo de Santiago. La Real Academia Gallega lo nombró académico de honor por su defensa en favor de Galicia; creó el Instituto de Estudios Jacobeos y su revista Compostellanum , convirtiéndose en el gran impulsor de la peregrinaciones jacobeas.
Su impronta se refleja también en numerosas obras para mejorar o enriquecer el patrimonio de la diócesis como el final de la Casa de Ejercicios, la construcción del Seminario Menor de Belvís o la reforma del Seminario Mayor,