Dos muchachas, Anatolia y Victoria, que tenían dos novios: Eugenio y Aureliano. Anatolia, muy rica, rompió su noviazgo con Aureliano, porque quiso consagrarse a Cristo. El novio habló con Victoria, para que convenciera a Anatolia, de casarse con él, pues él la quería a ella, y no a sus riquezas. Victoria, habló con la muchacha y le dijo que existía un sacramento de la iglesia, que era el matrimonio, pero todo eso lo sabía Anatolia, quién terminó por convencer a Victoria, para hacerse también virgen consagrada, y romper su noviazgo con Eugenio. Los dos novios desilusionados y frustrados, las raptaron y las llevaron a un pueblo de la Sabina, donde las encerraron en la cárcel, y después de milagros fabulosos, ellos también se convirtieron.
Luego vinieron las persecuciones de Decio, y las dos muchachas murieron mártires; a Victoria le atravesaron el corazón.
La tradición de Anatolia y Víctoria se sitúa en las afueras de Roma, en Tívoli.
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