Cada uno tenemos un nombre con el que se nos designa y conoce desde la Fe y desde la vida. Ese nombre dice mucho de nosotros y de nuestra forma de vivir y actuar. Esto va muy entrelazadado con la festividad de hoy dentro del Tiempo de Navidad. Y es que diez días después de celebrar la Natividad del Señor la Iglesia, en esta semana que transcurre entre la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios el pasado 1 de enero y la Epifanía del Señor el 6 de enero -semana también denominada de antes de Epifanía, conmemora el Santísimo Nombre de Jesús.
“Éste es aquel Santísimo Nombre anhelado por los patriarcas, esperado con ansiedad, demandado con gemidos, invocado con Suspiros, requerido con lágrimas, donado al llegar la plenitud de la gracia”, dice San Bernardino de Siena que es el pionero de esta celebración. También tendrá parte en la difusión del Dulce Nombre de María, en el mes de septiembre y que se une a la fiesta de hoy, 3 de enero.
El Papa Clemente VII en 1530 otorga la posibilidad de incorporar dicha fiesta en el Calendario Santoral de la orden Franciscana.
La forma griega de Jesús en Yesoua que tiene el significado literal de «Dios nos salva». San Bernardino llevaba también una tablilla en el que llevaba las iniciales de ese Nombre -JHS- a las que la tradición latina ha denominado Jesucristo, Salvador de los hombres.