Nació en Venecia el año 1381. Su origen ilustre no es obstáculo para una vida sencilla, desde la educación cristiana que le proporciona su madre y con la aptitud de Cristo en todo momento tal y como nos cuenta el Evangelio. En San Giorgio, Lorenzo Justiniano llevará una vida eremítica, fundando, con otros clérigos, los Canónigos Seculares de San Jorge.
A los veintiséis años se ordena sacerdote, periodo que vive al más puro estilo de las órdenes mendicantes, predicando y pidiendo por las aldeas. Posteriormente, sería prior del Convento de San Agustín. Pero el plan de Dios no termina ahí, porque pronto sería obispo de Castello. Su espiritualidad y sapiencia llegan a oídos del papa Nicolás V que le nombra Patriarca de Venecia, cátedra ocupada, en otros tiempos más cercanos a nosotros, por los papas san Pío X y san Juan XXIII.
Además es el primero que usa esta distinción, que se quedará ya en el título que se le otorga. Sin embargo, como el discípulo no puede ser menos que el Maestro, sufre muchos desprecios y críticas en su vida ministerial. Se puede decir en palabras del Apóstol que se le prueba como oro en crisol. A pesar de todo, él se mantuvo fiel hasta el final con su espíritu de oración y entrega.