Sínodo y Sinodalidad, dos palabras que escucharemos con frecuencia a lo largo de esto año pues desde el pasado mes de octubre estamos viviendo en nuestra diócesis – y en todas las diócesis del mundo- la primera fase del Sinodo al que nos ha convocado el Papa Francisco. Etimológicamente significa “caminar juntos”.
El objetivo de este tiempo es que la Iglesia pueda aprender, a partir de este camino sinodal, qué procesos le pueden ayudar a vivir la comunión, realizar la participación y abrirse a la misión.
El “caminar juntos”, en efecto, es lo que mejor realiza y manifiesta la naturaleza de la Iglesia como Pueblo de Dios peregrino y misionero.
El Sínodo de Obispos es un organismo de consulta del Papa. En la práctica viene a ser reuniones de unos doscientos obispos. Reflexionan y votan para la redacción de un documento de propuestas. Finalmente, el Papa lo usará para realizar documentos de magisterio bajo la forma de exhortaciones apostólicas. Los temas de reflexión y consulta han sido trabajados con anterioridad en las diócesis y conferencias episcopales de toda la Iglesia universal. Sinodalidad es una de las palabras que forman parte del vocabulario del papa Francisco.
Un Sinodo supone dar una mayor oportunidad al pueblo de Dios de tener una auténtica experiencia de escucha y diálogo. Una Iglesia sinodal es una Iglesia que escucha, considerando lo esencial que es para este camino sinodal y evaluando estas peticiones, buscando siempre el bien de la Iglesia,
La sinodalidad abarca a todo el pueblo de Dios, incluyendo los sacerdotes, religiosos y, por supuesto, a los laicos, que son la gran mayoría. En la base de este Sínodo sobre la Sinodalidad se en-cuentra el deseo de escuchar a los fieles a todos los niveles -a partir de la parroquia, la diócesis, la conferencia episcopal, etc.- antes de tomar cualquier decisión importante de gobierno.
Este itinerario, es un don y una tarea: caminando juntos, y reflexionando juntos sobre el camino recorrido, la Iglesia podrá aprender cuáles son los procesos que pueden ayudarla a vivir la comu-nión, a realizar la participación y a abrirse a la misión.
Terminadas las vacaciones de Navidad retomamos el trabajo. En el presente curso nuestro obispo nos invita a reflexionar en esta etapa presinodal sobre la vocación laical en positivo. Es una vocación propia y específica, recibida por el bautismo, que se concreta en vivir la fe en medio del mundo desde la comunión con la Iglesia y en hacer presente el Reino de Dios en la sociedad. Este objetivo general se expresa en tres grandes retos: vocación, identidad y misión.
Os invitamos a participar en las reuniones de preparación del Sínodo y que nos hagáis llegar vuestras oraciones y aportaciones para los retos que como parroquia y como Iglesia nos esperan en estos nuevos tiempos.