La exposición y bendición con el Santísimo Sacramento son actos comunitarios marcados por el silencio contemplativo. Sugiere la tradición que para alimentar una profunda oración frente al Santísimo Sacramento nos sirvamos de la meditación de la Palabra De Dios. En la parroquia cada semana os invitamos a participar en ella, seguros de que es uno de los mejores instrumentos para nuestra vida de fe.
En el Evangelio de la Santa Misa de ayer, miércoles de la Octava de Pascua, se proclamaba el pasaje del encuentro del Resucitado con los Dos de Emaus. “Quédate con nosotros, suplicaron, y Él aceptó. Poco después el rostro de Jesús desaparecería, pero el Maestro en realidad se había quedado para siempre, veladamente en el pan partido, ante el cual se habían abierto sus ojos”. Este texto de Benedicto XVI nos pone ante la realidad de los discípulos de Emaús que pudieron descubrir a Jesucristo solo en la Eucaristía.
En plena Exposición del Santísimo, pedir a Jesús que se quede con nosotros y nos haga almas de oración y almas de Evangelio es la ayuda más grande y tangible que de Dios tenemos los hombres. Cristo verdaderamente está ahí con nosotros, todos los días hasta el fin del mundo.
Cuantos santos a lo largo de los años se encontraron con Cristo así. Cuantos santos en contemplación profunda del Cristo en Exposición bendita se encontraron “cara a cara” con el amor de los amores. Jesús Eucaristía obra milagros en nuestras vidas todos los días.
El silencio en los momentos oportunos, no solo es una riqueza sino que propicia el encuentro personal con Dios. La exposición Eucarística ayuda a reconocer en ella la maravillosa presencia de Cristo, invita a la unión más íntima con él, que adquiere su punto más alto en la Comunión Sacramental.