Continuando con las tareas de mejora en la Iglesia nueva de Santa Cruz esta semana le ha tocado el turno a las vidrieras.
Aunque en ocasiones muchos – acostumbrados a los templos de factura clásica ( románico, barroco, etc…) manifiestan que la Iglesia nueva de Santa Cruz es demasiado “moderna “ -cuando no fea- para sus gustos, estamos ante una verdadera obra de arte de la arquitectura de espacios sagrados del s. XX.
La forma de abanico del templo (vista desde el aire asemeja una concha de vieira) garantiza una visibilidad perfecta del altar desde cualquier punto de la nave. Los distintos ámbitos de la iglesia se definen por el color de la luz: amarilla en el presbiterio (que nos recuerda el trigo del pan de la Eucaristía), azul en la nave (en referencia al cielo) , blanca sobre el altar y en el bellísimo baptisterio-capilla penitencial, y una luz intensamente roja (a modo de lámpara del Santísimo) en la capilla del Santísimo Sacramento que se proyecta como un desdoblamiento lateral de la nave.
Bien por el desgaste propio del paso del tiempo o de la propia acción humana (tal como robos en templo o acceso indebido a las cubiertas del templo) varias de las vidrieras o los lucernarios están rotos o dañados.
Es el caso de los vitrales púrpura de la Capilla del Santísimo que resultaron rotos tras varios intentos ( y algún logro) de robos. La actuación realizada en la ella es la sustitución de todo el
Vitral por uno del mismo color en vidrio-catedral.
Junto a la reposición de las piezas se ha dotado a la vidriera de la capilla del Santísimo de doce metros de luminarias led por todo el contorno interior para intensificar el efecto de crear una atmósfera más cálida en ella, retomando la intención del arquitecto del templo -Miguel Fisac- de que la luz carmesí que filtra ejerciese lámpara del Santísimo que señalase la presencia de Jesús Eucaristía en el Sagrario.
También, está misma mañana, se repondrán diferentes vitrales de la nave de la Iglesia que están dañados para con ello, poco a poco, ir recuperando todos los espacios.
Al tiempo, tras el fin de los aforos y restricciones de la pandemia y del arreglo de las goteras de la sacristía que hacían imposible su uso, esta semana, si Dios quiere, devolveremos, en breve, el espacio al uso para el que estaba destinado, retornando a ella bancos y reclinatorios, volviendo a convertirlo en lugar de adoración.