Durante la ponencia, que estuvo a cargo de Anton Vázquez Vázquez , pudimos escuchar su testimonio de cómo -partiendo de su experiencia- Dios ha ido conduciendo la iglesia con sus retos y desafíos en en la nueva realidad social post pandemia y cómo se puede enfrentar a ellos para hacerla atrayente a católicos y no católicos.
El ponente destacó la importancia de que, a través de lo que hace la Iglesia, los creyentes mostremos lo que somos: que se vislumbre la dimensión nuclear de nuestra existencia, que es el amor, que en nuestro amar se exprese la vocación a la que tratamos de responder.
Cómo debe moverse la Iglesia en un contexto así? ¿Ha de retirarse al ámbito privado? ¿Se vislumbra un escenario de guerra cultural?”. “Aunque seguimos siendo cristianos, este acontecimiento de haber encontrado a Jesucristo que antes transformaba nuestras vidas, nuestras relaciones de amistad, nuestra perspectiva y nuestro horizonte; este acontecimiento que impregnaba constituciones y leyes, que afectaba nuestra forma de vivir la fiesta y el duelo, de entender la vida y de discernir entre el bien y el mal… Esto, en muchos ambientes, ha dejado de existir