¿Por qué hablamos hoy de todo esto [del pecado]? Para comprender mejor el Adviento.
Adviento quiere decir Dios que viene, porque quiere que «todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad» (1 Timoteo 2,4).
Viene porque ha creado al mundo y al hombre por amor, y con él ha establecido el orden de la gracia. Pero viene «por causa del pecado», viene «a pesar del pecado», viene para quitar el pecado.
Por eso no nos extrañamos de que, en la noche de Navidad, no encuentre sitio en las casas de Belén y deba nacer en un establo (en la cueva que servía de refugio a los animales).
Pero lo más importante es el hecho de que Él viene. El Adviento de cada año nos recuerda que la gracia, es decir, la voluntad de Dios para salvar al hombre, es más poderosa que el peca- do.”
Catequesis de San Juan Pablo II. Adviento 1978
¿Cuándo y cómo debo confesarme?
El sacramento de la confesión (de la penitencia o de la reconciliación) es la celebración del amor misericordioso de Dios, que nos perdona los pecados por medio de Cristo muerto y resucitado, y quien, mediante el ministerio de la Iglesia, nos reconcilia con Dios y con los hermanos.
El Papa Francisco nos recuerda “ No tiene razón «el que dice que se confiesa directamente con Dios», ya que es necesario recibir el perdón a través de un hombre, el sacerdote.”
Insistentemente el Santo Padre ha pedido a los sacerdotes que sean muy acogedores, pacientes y misericordiosos con los fieles que van a confesarse.
Francisco afkrma que confesarse debe ser algo normal en la vida de todos los cristianos, y que también religiosos, obispos y Papas se confiesan: él, por ejemplo, lo hace cada dos semanas, explicó.
Dios siempre escucha,
Dios siempre perdona,
Dios siempre espera al pecador arrepentido
y le quiere acoger y transformar.
El protagonista del perdón de los pecados es el Espíritu Santo. «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”. (Jn 20:22 -23).
»Jesús, transfigurado en su cuerpo, ahora es el hombre nuevo, que ofrece los dones de Pascua fruto de su muerte y resurrección: ¿y cuáles son estos dones? La paz, la alegría, el perdón de los pecados, la misión, pero sobre todo dona al Espíritu Santo que todo esto es la fuente. Del Espíritu Santo vienen todos estos dones. El aliento de Jesús, acompañado de las palabras con las que comunica el Espíritu, indica la transmisión de la vida, la nueva vida regenerada por el perdón.
»Jesús da a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados. ¿Pero cómo es esto? Porque es un poco difícil entender como un hombre puede perdonar los pecados. Jesús da el poder. La Iglesia es depositaria del poder de las llaves: para abrir, cerrar, para perdonar. Dios perdona a cada hombre en su misericordia soberana, pero Él mismo quiso que los que pertenezcan a Cristo y a su Iglesia, reciban el perdón a través de los ministros de la Comunidad. A través del ministerio apostólico la misericordia de Dios me alcanza, mis pecados son perdonados y se me da la alegría.
»De este modo, Jesús nos llama a vivir la reconciliación incluso en la dimensión eclesial, comunitaria. Y esto es muy hermoso. La Iglesia, que es santa y a la vez necesitada de penitencia, nos acompaña en nuestro camino de conversión toda la vida. La Iglesia no es la dueña del poder de las llaves: no es dueña, sino que es sierva del ministerio de misericordia y se alegra siempre que puede ofrecer este regalo divino.
»Dios perdona a todo pecador arrepentido, personalmente, pero el cristiano está unido a Cristo, y Cristo está unido a la Iglesia. Y para nosotros cristianos hay un regalo más, y hay también un compromiso más: pasar humildemente a través del ministerio eclesial.
»Padre, he hecho esto… es Dios quien perdona y yo estoy seguro, en ese momento, que Dios me ha perdonado. ¡Y esto es hermoso! Esto es tener la seguridad de lo que siempre decimos: «¡Dios siempre nos perdona! ¡No se cansa de perdonar!». Nunca debemos cansarnos de ir a pedir perdón. «Pero, padre, me da vergüenza ir a decirle mis pecados…». «¡Pero, mira, nuestras madres, nuestras mujeres, decían que es mejor sonrojarse una vez, que mil veces tener el color amarillo, eh!» Tú te sonrojas una vez, te perdona los pecados y adelante…
»El sacerdote es el instrumento para el perdón de los pecados. También los sacerdotes deben confesarse, incluso los obispos: todos somos pecadores. ¡Incluso el Papa se confiesa¡.