Como cada jueves, al término de la Santa Misa, exponemos al Señor en la
custodia para la adoración.
Aún hoy, nos hacemos la pregunta: ¿Qué es la Adoración al Santísimo Sacramento? o también conocida como la Adoración Eucarística y la respuesta nos sorprende, porque muchos lo desconocen. Por este motivo, vamos a intentar responder a la misma, partiendo de que la Hostia Santa, es la Presencia divina real del Señor.
Él está presente entre nosotros en la Custodia, es el mismo cuerpo que ha sido ofrecido por nosotros en el sacrificio de la Redención, resucitado y glorificado.
Por tanto, la Adoración Eucarística, ha de tener forma de comunión espiritual, de ofrenda permanente también de nuestra vida.
Juan Pablo II decía al respecto: «…no es lícito ni en el pensamiento ni en la vida ni en la acción, quitar a este Sacramento, verdaderamente santísimo, su dimensión plena y su significado esencial. Es al mismo tiempo Sacramento-Sacrificio, Sacramento-Comunión, Sacramento-Presencia.» (Redemptor hominis 20).
Cuando adoramos entramos en una relación íntima con el Señor que está presente en el Santísimo Sacramento. Es nuestra respuesta de fe y de amor hacia Él, que siendo Dios se hizo hombre, demostrándonos con su entrega, su amor por nosotros hasta la eternidad.
Adorándole, estamos reconociendo su misericordia, eligiendo esta forma para quedarse con nosotros, y a su vez, también reconocemos su majestad, que Él es Dios, confesando de este modo su presencia real y verdadera y substancialmente.
«…En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y por consiguiente, Cristo entero…» (CEC 1374)
Los adoradores rezan ante Él, intercediendo por otros, por sus propias necesidades y agradeciendo al mismo tiempo todos los beneficios dados.
Cuando adoramos, le estamos acompañando con sentimientos también de reparación por los pecados nuestros y de toda la humanidad, ponemos ante Él, nuestros esfuerzos y nuestra voluntad, para responder a su gracia buscando así la santidad a la que estamos llamados.
Cuando nos acercamos a Jesús Sacramentado, no nos olvidemos de hacerlo también con el espíritu de la Virgen María en humildad, ella elegida como primera custodia.
Pío XII explica: «Los adoradores cristianos, con absoluta fe y confianza, piden al Salvador, presente en la Eucaristía, por sí mismos, por el mundo, por la Iglesia. En la presencia real del Señor de la gloria, le confían sus peticiones, sabiendo con certeza que «tenemos un abogado ante el Padre, Jesucristo, el Justo. Él es la víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero» (1Jn 2,1-2).»
Y con frecuencia puede surgir otra pregunta ¿Qué hacer durante una visita al Santísimo?
La Adoración Eucarística es un tiempo en presencia de Cristo, a veces no sabemos muy bien qué hacer o qué decir, por ello os comentamos brevemente unos pasos que pueden ayudar a este ratito.
Primeramente podemos hacer una oración para prepararnos, bien leída de algún libro de oraciones o por iniciativa propia, pidiendo al Espíritu Santo que nos ayude.
En este ratito podemos leer si te apetece la Biblia, algún texto espiritual que te ayude a hacer un momento de oración ante el Señor, o bien si prefieres rezar o estar simplemente mirándole sabiendo que Él también te mira.
Agradece especialmente ese ratito que te ha permitido estar en su presencia y despídete con la misma reverencia del comienzo.
Ante el Santísimo, puedes hacer también una comunión espiritual y recibirlo en tu corazón. Esta comunión es válida si por cualquier circunstancia, no has podido recibir el sacramento de la Eucaristía.
Lugar: Iglesia nueva de Santa Cruz
Día: Jueves
Hora: 19:30 hh.