Este fin de semana fin de semana retomamos los Cursos de preparación para el Matrimonio destinado a parejas que quieren celebrar su unión ante Dios. Pero creo que es importante hacer una pequeña reflexión sobre qué significa “casarse por la Iglesia”
El matrimonio es un sacramento, es decir: es sagrado. Esto es de importancia capital para la Iglesia y los creyentes, así pues, pensad bien qué motivos os han llevado a celebrarlo por la Iglesia. A veces es una cuestión de inercia, otras es por no contrariar a los padres o por darle una mayor solemnidad… Todo eso carece de importancia: en conciencia debéis responder a la siguiente pregunta: ¿creo que se trata de una unión sagrada, que Cristo mismo consagra nuestro amor? Si la respuesta no es afirmativa es preferible ser honesto con uno mismo y con los demás y elegir otra vía.
No basta el rito religioso en el templo de la Iglesia; no es lo mismo celebrar en la iglesia que por la Iglesia.
Tampoco bastan “los papeles”: éstos son necesarios, concretamente la partida de bautismo de ambos; pero más importante es prepararse al matrimonio que preparar los papeles del mismo.
El certificado de estar bautizado no da garantía suficiente para este sacramento, como no lo da para otros sacramentos: la confirmación, la eucaristía, la penitencia, etc. Para ello se requiere, además, una preparación y unas disposiciones.Casarse por la Iglesia es:
- Establecer un vínculo de carácter permanente regulado jurídicamente.
- Vivir con gozo una fecundidad generosa.
- Contribuir a la transformación del mundo y al bien de la sociedad mediante la realización en el amor.
- Expresar de un modo concreto la vocación cristiana a la santidad. El sacramento del Matrimonio:
- Consagra el amor de los esposos.
- Consagra el hogar al servicio de Cristo.
- Hace de la familia una célula de la Iglesia.
- Establece de una manera especial un vínculo que nunca se puede romper.
- Da la gracia del Espíritu Santo para ser fieles al compromiso conyugal.
- Los esposos están llamados a:
- Un amor total y para siempre.
- Ser signos visibles de la alianza entre Cristo y la Iglesia.
- Colaborar en el crecimiento de la comunidad familiar y eclesial.
- Evangelizar y ser testigos, en su ambiente, del amor de Cristo.
- La celebración se realiza cuando los contrayentes, que son los ministros de este sacramento, expresan públicamente su mutuo consentimiento, ante un representante oficial de la Iglesia y otros testigos.
Si los novios están bautizados y se declaran creyentes, la Iglesia les invita a prepararse para celebrar el sacramento del Matrimonio en el marco de una celebración de la Palabra, o dentro de la celebración de la Eucaristía.
Cuando los novios no son creyentes o manifiestan una fe llena de contradicciones y desean y piden casarse por la Iglesia, los sacerdotes deben examinar cada caso, sin caer en una actitud rigorista, ni tampoco, en una benevolencia rutinaria, y los mismos novios tendrían que reconsiderar su actitud y reflexionar con sinceridad sobre su postura
Cfr. Sanmarcos.es