El encuentro que hemos tenido el pasado domingo con los padres de los niños que van a recibir la Primera Comunión este año me da pie para volver a reflexionar con vosotros en una de las principales prioridades que tenemos en nuestra comunidad parroquial.
La catequesis es una parte importante de la acción maternal de la Iglesia, es decir, de ese proceso por el que una persona llega a ser cristiano de corazón, palabra y vida. El don de la vida cristiana se nos regala en los sacramentos (Bautismo, confirmación y Eucaristía) pero nos preparamos para recibirlos y para llevar una vida coherente con lo que somos mediante la acción maternal de la Iglesia, como decía antes. La primera y principal de estas acciones es la propia familia cristiana. Después está la labor de catequistas y sacerdotes. Y toda la parroquia es la que acompaña y ayuda a estos niños, jóvenes y adultos que quieren ser cristianos. Así, una vez que se han incorporado plenamente a la vida cristiana se convierten inmediatamente en testigos, apóstoles y misioneros.
¿Qué pasa si falla el primer eslabón de esa acción materna de la iglesia que es la familia? Pues que los otros instrumentos tienen muchas probabilidades de caer en la inutilidad. Es decir, se recibirán los sacramentos (Bautismo, Confirmación y Eucaristía) pero no habrá un corazón cristiano y se despedirán de la comunidad una recibido el rito sacramental. Por eso, no nos cansaremos de repetirlo, la prioridad absoluta en la formación cristiana de niños y adolescentes es que caminemos juntos, familia y catequesis. La acción complementaria y coordinada produce un bien enorme a nuestros chicos y chicas.
Perciben un solo mensaje y un mismo modo de entender la vida, la felicidad, los valores y criterios de orientar la propia existencia.
Transmitiremos la amistad con Cristo como una realidad viva y real que llena el corazón de alegría.
Por eso, agradecemos que os animéis a todos a participar en cualquiera de los diferentes medios de formación que ofrece la parroquia ( retiros, charlas para hombres y mujeres, meditaciones, conferencias …) los hay para jóvenes, para adultos, para niños, para todos. Lo importante es trazar un camino que nuestros hijos puedan seguir. Los que lo hagan se sentirán parte de la gran familia de la Iglesia de Jesús, sentirán el apoyo mutuo para seguir adelante en medio de no pocas dificultades, nos daremos cuenta que somos unos privilegiados por tantos medios que tenemos a nuestro alcance y, aunque nos suponga cierto esfuerzo, veremos que merece la pena ser cristiano y transmitir la alegría de creer a las nuevas generaciones.